Romanos Capítulo 1:1 - 4

  

Nos corresponde hoy entrar en el estudio propiamente dicho de esta carta del apóstol Pablo a los Romanos. En nuestra última lección, trazamos una introducción general que esperamos nos servirá como base para el estudio de esta maravillosa epístola. Veremos, que hasta la salutación o introducción con que comienza esta epístola, es maravillosa. Pero, permítanos decir que la introducción, abarca los primeros 17 versículos del capítulo 1. Esta sección se subdivide a su vez de la manera siguiente: Los primeros 7 versículos contienen el saludo personal de Pablo. Luego, en los versículos 8 al 13 tenemos el propósito que tuvo Pablo en escribir esta carta. Y entonces en los versículos 14 al 17 tenemos tres cosas que caracterizan a Pablo . 

Ahora, al comenzar nuestro estudio del primer versículo, le pedimos que por favor preste cuidadosa atención a medida que vayamos avanzando a través de esta gran Epístola del apóstol Pablo. Comencemos, pues, leyendo el versículo 1: Romanos 1:1 “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios ” En primer lugar deseamos mencionar que las dos palabras “a ser” no aparecen en los manuscritos originales. En otras palabras, este versículo debiera leerse así: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado un apóstol, apartado para el evangelio de Dios.” Ahora, queremos que note que Pablo se identifica a sí mismo como un siervo en esta Epístola. La palabra que se usa en el griego es “doulos” que significa esclavo; o sea que Pablo es esclavo de Jesucristo. Ahora bien, él es un apóstol, pero primero él se identifica como un esclavo, como alguien obligado a servir. Y es importante que notemos esto. Es importante que lo notemos porque Pablo tomó este lugar voluntariamente. El Señor Jesucristo nos amó y se dio a Sí mismo por nosotros. Pero es muy diferente notar que Él nunca nos obliga a ser Sus esclavos. 

Usted tiene que tomar ese paso voluntariamente, y acudir a Él y hacerse un esclavo y servidor de Jesucristo. ¡Esto es algo tan maravilloso! Que es indecible el hecho que cuando Él le salva no le obligará a servirle Notemos que el Señor Jesucristo hasta tuvo esta actitud hacia Jerusalén, pues, allá en el evangelio según San Mateo, capítulo 23, versículo 37, dice: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Y en otra ocasión tenemos al Señor Jesucristo diciendo allá en el capítulo 5 del evangelio según San Juan, versículo 40: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” Jesucristo, pues, nunca le obligará . Usted tiene que hacer esto de su propia cuenta. Usted tiene que venir a Él, pero usted tiene el privilegio de hacerse esclavo en servicio a Jesucristo. Ahora, quizá usted recuerde lo que se le dijo a Pablo cuando se convirtió en el camino a Damasco. Bueno, primero Pablo preguntó: “¿Quién eres, Señor?” Y Él le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues.” Y entonces fue cuando Pablo llegó a conocerle como Su Salvador personal.

 Pero entonces, Pablo le hizo una segunda pregunta: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Y esa es la pregunta importante aquí; pues, al hacer esa pregunta, Pablo se hizo esclavo en el servicio a Jesucristo. ¿No le parece a usted que esto es algo maravilloso? Bien, volviendo ahora a nuestro estudio del primer versículo de la carta del apóstol Pablo a los Romanos, vemos que él no solamente es un esclavo o siervo de Jesús, sino que también se identifica como Su apóstol, como alguien que ha sido llamado apóstol. No quiere decir esto que fue llamado para algún día llegar a ser un apóstol, sino que nos explica qué clase de apóstol era Pablo. Nos da a conocer que Cristo mismo lo llamó para ser un apóstol; que él fue llamado para desempeñar ese oficio. No fue algo que Pablo escogió. El Señor Jesús le dijo que sería Su testigo. Este hombre, pues, primero se identifica a sí mismo como siervo o esclavo de Cristo, y entonces es apóstol llamado. Y en realidad, este es el único tipo de persona que Dios puede usar como Su siervo: la persona que El haya llamado o escogido. Desafortunadamente hoy en día, hay demasiadas personas en el ministerio, como Pastores u obreros cristianos, que nunca fueron llamados por Dios.

Pablo pudo decir allá en su primera carta a los Corintios, capítulo 9, versículo 16: “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” En el Antiguo Testamento tenemos un caso similar en el profeta Jeremías, quien fue llamado en su niñez. Y fue debido a ese llamado, que Jeremías pudo decirle a los falsos profetas, que Dios les había dicho a ellos, según leemos allá en Jeremías, capítulo 23, versículo 21: “No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban.” Con todo esto tenemos que llegar a la conclusión, que Pablo fue un apóstol llamado. Ahora, sin embargo, tenemos que tomar en cuenta que una de las cosas que eran necesarias para poder ser un apóstol, era el haber visto al Cristo resucitado. 

Y Pablo le vio. Él nos dice allá en su primera carta a los Corintios, capítulo 15, versículo 8: “Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” Pero, había otra marca que era un distintivo de un apóstol de aquel entonces; y esa marca era que un apóstol tenía que tener lo que podríamos llamar, un don que sirviera como señal. Y Pablo dijo que podía hablar en lenguas. Y una vez más, en su primera carta a los Corintios, capítulo 14, versículo 22, dice que el hablar en lenguas es una señal especial para los incrédulos. De modo que, creemos que este don por lo menos en parte, consistía en poder hablar y testificar de Cristo en su propio idioma, a los que no conocían el griego, el latín o el hebreo que Pablo hablaba normalmente.

 Otro don que Pablo tenía, que lo señalaba como apóstol, era el de la sanidad; y él no solamente podía sanar a los enfermos, sino también levantar a los muertos. Ahora, no creemos que Dios conceda este mismo don hoy en día; creemos que cada creyente en Cristo, debe llevar sus dolencias y enfermedades directamente a Dios, al Gran Médico, en oración. Pedro también tenía este don de la sanidad y de levantar a los muertos, que lo confirmaron como apóstol. Pablo es entonces un esclavo en el servicio de Jesucristo. Es llamado un apóstol. Y ahora tenemos una tercera cosa que se dice en cuanto a él. Dice aquí, en el capítulo 1, versículo 1, que hemos leído, que Pablo fue: “apartado para el evangelio de Dios.”

Y deseamos que usted ponga especial  atención sobre esto, porque hay algo extraordinario aquí. Pablo estaba apartado o separado para algo. No dice aquí que él estaba separado de algo, sino apartado para el evangelio de Dios. Es una separación totalmente positiva para el evangelio. No hay un significado negativo en esta expresión. Este evangelio es de Dios, pues tuvo su origen en Dios. Es algo que proviene de la mente de Dios. Yo no inventé el evangelio. No es algo que haya sido ideado por la mente humana. El Señor no dijo hace unos 2000 años: “Bueno, sé que se ha cumplido el tiempo, y es el tiempo para que Jesús baje al mundo; pero quizá esto no les caiga bien a esa gente de A Través de la Biblia. Quizá ellos tengan algún programa mejor. De modo que, vamos a esperar hasta que ellos vengan. Dios no hizo nada por el estilo. Cuando nosotros llegamos, el evangelio ya había estado en existencia por más de 2000 años, y éste es el evangelio de Dios. Él me dijo a mi: “Bueno, bien puedes aceptarlo o rechazarlo". Dios le está diciendo esto mismo a usted. Usted puede, o bien aceptar, o bien, rechazar el evangelio de Dios, el evangelio originado por Dios. 

Volvamos a esta frase apartado para el evangelio.” Pablo no indica que ha sido separado de alguna cosa, sino apartado para algo. En otras palabras, la expresión, “apartado para,” tiene un significado maravilloso que deseamos explorar ahora. Tomemos por ejemplo la palabra “matrimonio.” Esta palabra significa unión en su forma más íntima. Allá en el capítulo 2, del libro de Génesis, versículo 24, dice que el matrimonio significa “unión,” al mismo tiempo que significa “separación.” Dice que el hombre dejará o sea, se apartará de su padre y de su madre; pero también dice que se unirá a su mujer, y que la unión será tan perfecta que la describe así: “serán una sola carne.” O sea que, que esa palabra puede significar separar y también unir. Pues bien, la palabra usada aquí por Pablo es la palabra “apartado” o “separado.” Hoy en día parece que se oye tanto en cuanto a la necesidad del cristiano de mantenerse separado o apartado del mundo. Bueno, en el caso del apóstol Pablo, no hay duda alguna que él era un cristiano separado; pero él estaba separado  para Nuestro temor es que haya un énfasis exagerado en cuanto a la separación de algo. 

Son muchos los que usan esta palabra en un sentido totalmente negativo. Es como si comprendiesen la vida cristiana, como si consistiera de solamente despojarse de esto o de aquello. Sólo pueden recitar una larga lista de las cosas que no hacen. Si uno les pregunta acerca de la vida cristiana, responden que consiste en no bailar, no fumar, no tomar bebidas embriagantes, no jugar la lotería, y muchos otros no. Tememos que tales personas han perdido su perspectiva espiritual, pues, lo de mayor importancia es el ser separado para algo, permítanos preguntarle: ¿para qué está usted separado? No le estamos preguntando: ¿de qué se ha separado usted? Lo importante es estar separado para algo. Permítanos ilustrar lo que estamos diciendo, con una porción del Nuevo Testamento. Allá en la primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 9, Pablo indica que los creyentes que vivían en Tesalónica, cuando aceptaron a Cristo como su Salvador personal, se convirtieron; o sea, se apartaron “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.” Ahora, no creemos que ellos se pararan en alguna reunión o asamblea cristiana para decir: “Yo ya no voy al templo de Apolo.” No había ninguna necesidad de decir tal cosa. 

Ellos estaban separados para servir a Cristo. Cuando uno está separado para El, no necesita además estar separado de algo. Ahora, ya podemos oír a alguien preguntando, pero ¿no es necesario que un creyente en Cristo se separe de algo? Y es más que seguro que quien formula tal pregunta ya tenga una lista de todo lo que el creyente no debe hacer. Y creemos que es precisamente debido a este énfasis distorsionado en la separación negativa, que tenemos tantas vidas estériles hoy en día. Están dispuestas a separarse de algo. No tienen gozo y se tornan criticones y hasta cínicos. Es necesario que usted se separe para Cristo. 

Si usted está dispuesto a separarse para Cristo, entonces automáticamente ocurre la separación de lo demás. Volviendo ahora al ejemplo del matrimonio, en una ceremonia matrimonial, el novio no se va a parar y leer una larga lista de todo aquello de lo cual él se va a separar. El novio simplemente promete amar y entregarse únicamente a su prometida y a nadie más. Esto indica separación; separación para algo. Sin embargo, parece que hay muchos cristianos hoy en día, que creen que es suficiente apartarse de algo, y eso es todo lo que hacen. Lo importante es apartarse para algo y no de algo. Si usted se ha separado para el Señor Jesús, entonces usted no tendrá que preocuparse si se ha separado de algo. 

Es muy interesante el resultado práctico de tal separación positiva. Significa que usted vivirá una vida que despierta interés y simpatía, y no una vida que decepcione. Se cuenta que una vez una niñita dijo: “Los cristianos son como la sal. La sal produce la sed en uno” ¡Piénselo bien! Y mientras tanto conteste usted: ¿qué está haciendo usted para provocar en otra persona una sed de Jesús? Él es el Agua de la Vida. ¿Estamos creando una sed por esta Agua? Otro aspecto interesante en cuanto a esta palabra “separación” es que en el griego proviene de la misma palabra de donde nosotros recibimos la palabra “horizonte.” Hemos notado que cuando uno se remonta en un avión, mientras más alto esté, más extenso es el horizonte. 

Recuerdo cierta vez cuando viajé en un avión que despegó del Aeropuerto de la ciudad de Medellín, en Colombia. Cuando el avión comenzó a subir, no se podía ver casi nada. Traté de ver si podía divisar alguno de los puntos de la ciudad, en los cuales habíamos estado. Y al principio no se podía ver casi nada. Pero, después de poco tiempo, mientras cobrábamos altura, comencé a ver aquellos puntos, o algunos de los puntos en los cuales habíamos estado. Desde esas alturas uno podría verlo, prácticamente todo. Mientras más nos remontábamos, más amplio se tornaba el horizonte. Así también es tan maravilloso ser separado para Cristo, porque Él le trae nuevos horizontes a la vida; horizontes sumamente amplios y extensos. 

Uno recibe una nueva vida en Cristo Jesús. Y ¡cuán maravillosa es esa nueva vida! Le trae a uno una nueva apreciación de la vida. Lo que queremos decir es esto: el apóstol Pablo dijo allá en su primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 11, que cuando él era un niño, hablaba como niño, se portaba como niño, pero que cuando llegó a ser hombre dejó a un lado las cosas de niños. Ahora, no sabemos cómo será en el caso suyo , pero cuando yo era pequeñito, me gustaba jugar con mi hermana a la casa y al médico. Más tarde cuando crecí un poco, bueno, dejé todo eso y me interesé en otras actividades. Me reunía con algunos muchachos de la cuadra, cerca de la casa y participábamos en algunos deportes. Y si mi hermana me invitaba a jugar a la casa, pues, yo le respondía que yo era demasiado grande para jugar esas cosas, y que yo estaba ahora interesado en el fútbol, por ejemplo. O sea que, tenía un nuevo horizonte. Pero entonces llegó el día en que no solamente perdí el interés en jugar fútbol, sino que ya no podía hacerlo, porque estaba además interesado en otras cosas. O sea que, mi horizonte se había extendido. Ahora, si usted , viene a Cristo Jesús, usted se separa para él. Y separarse para Cristo, no quiere decir que usted se vuelva un introvertido, ni que sea una persona de criterio estrecho y cerrado. 

Separarse para Cristo quiere decir que su vida se ampliará y que usted podrá realizar muchas cosas para Jesucristo. Esto es especialmente cierto hoy en día para los hijos de Dios, cuando hay tantas cosas maravillosas que los hijos de Dios pueden hacer , para mi es maravilloso vivir hoy en día. Bien, este versículo 1 de la carta a los Romanos dice que Pablo estaba “apartado para el evangelio de Dios.” Ahora, notemos aquí que este evangelio no es algo nuevo, pues Pablo dice aquí en el versículo 2 lo siguiente en cuanto al evangelio de Dios; dice: Romanos 1:2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, . . por sus profetas en las santas Escrituras.” Esto quiere decir que si uno vuelve atrás y examina los Libros del Antiguo Testamento, se dará cuenta que el evangelio fue prometido a través de todo el Antiguo Testamento. Su mensaje es que Dios ama a la humanidad y que Dios salvará a la humanidad. ¡Qué maravilloso es esto! Nos trae a una relación de amor, y veremos en esta Epístola que el evangelio es precisamente un amorío. Él nos amó. Y según el apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 4, versículo 19: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” El apóstol Pedro a su vez declaró en su Primera carta, capítulo 1, versículo 8: “. . . a quien amáis sin haberle visto. . .” Pero creemos que Pablo lo expresó de una manera más personal cuando dijo allá en su carta a los Gálatas, capítulo 2, versículo 20: “. . . me amó y se entregó a sí mismo por mí.” ¡Qué maravilloso, amigos! Llegamos ahora, a un versículo que algunos acostumbran poner entre paréntesis. Sin embargo es uno de los pronunciamientos más importantes, porque declara qué es este evangelio que había sido prometido en las Escrituras.

 Y la primera parte del versículo 3, dice; Romanos 1:3a “.acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne ” Esta palabra “acerca” es traducida de la palabra griega “pare”, y es la palabra que usamos como prefijo para palabras tales como periscopio, perímetro, y otras. Esta palabra significa “algo que cerca o que rodea.” Este evangelio es entonces, totalmente acerca de Jesucristo. Es acerca de lo que Él ha hecho; es Su trabajo. Él es el Hijo de Dios y es Cristo Jesús nuestro Señor. Ese es Su nombre maravilloso. Hoy en día estamos viendo y oyendo mucho acerca de la Teología que algunos llaman liberal o modernista, que niega muchas de las doctrinas cardinales de la Biblia, y que ahora proclama que lo que necesitamos es la religión de Jesús..

 Jesús no tenía ninguna religión. El no necesitaba ninguna, pues Él era y es Dios. Él no podía adorar a otro. Es a Él a quien nosotros debemos adorar. Alguien quizá dirá: “Pero El oró.” Bueno, es verdad que lo hizo, pero lo hizo , para ayudarnos y acomodarnos a nosotros. Cuando Él tomó la naturaleza humana, Él se humilló voluntariamente y vivió a nuestro nivel. Usted quizá me pregunte ahora: ¿Y, qué quiere decir con eso? Bueno, ¿Se acuerda usted del caso de Lázaro? Al lado de su tumba Jesús dijo, según lo vemos en el evangelio según San Juan, capítulo 11, versículos 41 y 42: “. . . Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.” Jesús oró para beneficio de usted y para beneficio mío, hoy en día, para ayudar a fortalecer nuestra fe. El no necesitaba orar, porque tenía contacto perfecto y constante con Su Padre Celestial, pues Él es el Cristo, el Señor Jesucristo.

Comentarios