Cristo Es La Cabeza Del Cuerpo (La Iglesia)


Hoy , nos encontramos en una sección del primer capítulo de esta Epístola a los Colosenses, en la cual estamos tratando con la persona del Señor Jesucristo. Y al comienzo, en el versículo 15, vimos que hay nueve cosas que identifican al Señor Jesucristo, y que éstas le hacen a Él diferente, superior y único. No vamos a volver a mencionar estas cosas porque ya estamos al final de la lista. Y hoy vamos a comenzar nuestro estudio en la primera parte del versículo 18, donde finalizamos con esta lista y dice:

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,



 Y esa es la clave, creemos, para la Epístola a los Colosenses. Y permítanos decirle por qué. En la Epístola a los Efesios, que es una Epístola compañera a esta Epístola a los Colosenses, tenemos que el énfasis se pone en el hecho de que la Iglesia es el cuerpo de Cristo aquí en este mundo, y el énfasis se le da al cuerpo. Pues, bien, aquí en la Epístola a los Colosenses, el énfasis se le da a la Cabeza del cuerpo, y esa Cabeza es la persona de Jesucristo. Él es la Cabeza de este cuerpo, y eso, según creemos, es una declaración importante que nosotros debemos notar.

Si usted regresa a la Epístola a los Efesios, puede encontrar allá en el capítulo 1, versículo 22 lo siguiente: y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Así que, nos damos cuenta que estas dos Epístolas van juntas. Y en la Epístola a los Filipenses, que va junto con estas otras, en lo que llamamos las “Epístolas del Cautiverio”, vemos a la Iglesia con pies que camina a través de este mundo; y la experiencia de la Iglesia; la experiencia del creyente, es decir, lo que el creyente debe experimentar. Ahora, bien, al avanzar en este versículo 18, vemos que Cristo es también el primogénito de entre los muertos. Leemos:

él que es el principio, el primogénito de entre los muertos,

Es decir, que Él es el único que ha regresado con un cuerpo glorificado de la tumba. Él es el primogénito de los que duermen y en base a Su resurrección, nuestros seres amados que han muerto en Cristo, y nosotros también,, si el Señor no viene durante nuestra vida; entonces, nosotros también seremos resucitados algún día como Él es. El pensamiento que el Apóstol Juan nos da en su Primera Epístola, capítulo 3, versículo 2, es el siguiente: . . . aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él.

Y luego tenemos esta declaración aquí, que es la octava declaración que encontramos al final del versículo 18, y que nos dice:

para que en todo tenga la preeminencia;

Y esta es una declaración realmente maravillosa. En realidad, uno no puede pensar en algo más maravilloso que esto. Ahora, leamos completo el versículo 18 que dice:

 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;



En realidad, uno no puede pensar en algo más maravilloso que esto. Y Él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia, Él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. La voluntad de Cristo debe prevalecer a través de toda la creación de Dios. Esa era la intención de Dios. Aun a pesar de la rebeldía del hombre aquí en la tierra, Dios dice: Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. (Sal. 2:6) Dios está avanzando en el día de hoy, sin dudar, sin desviarse, sin comprometerse, hacia un objetivo; y es el poner a Jesús sobre el trono de este pequeño mundo en el cual usted y yo vivimos, y que está en rebelión contra Dios. Ese es el objetivo de Dios en cuanto a esto en particular. Ahora, en el versículo 19, leemos:

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

Y aquí tenemos una de las palabras importantes de esta Epístola. En la Epístola a los Filipenses encontramos que la palabra importante era “kenosis”, en el idioma griego, que quiere decir vaciar, o sea que Él se vació a Sí mismo. Pero Él no se vació a Sí mismo sino que puso a un lado su prerrogativa de la deidad, y Su gloria; pero Él era Dios cuando vino a este mundo, y en Él habita toda plenitud. La palabra en griego es “pléroma”, que significa plenitud, totalidad; lo que quiere decir que en Él habita toda la plenitud de Dios.


Así es que cuando Él estuvo en esta tierra, lo que uno tiene es que el “pléroma”, o sea la plenitud se sentía como en casa, en Jesucristo. Cuando Él estaba aquí Él era Dios ciento por ciento. No es que Él era noventa y nueve y medio por ciento Dios. Él era ciento por ciento Dios . Y esa pequeña criatura que estaba descansando hace más de 2000 años en el seno de la virgen María, y que parecía tan desamparado, Él podía haber dicho una sola palabra que destruiría completamente este universo. Él es tan Hombre como el mismo hombre; y Él es tan Dios como el mismo Dios. Eso es lo que Él es. Y de eso es que nosotros estamos hablando. Él es diferente aquí.

Vimos en el versículo 15 Su relación con el Padre. Luego, vimos Su relación con la creación; Y luego, Su relación con la Iglesia en los versículos 18 y 19. Y comenzando con el versículo 20 al 23, vemos Su relación con la cruz. Y aquí tenemos el propósito de la obra de Cristo por los pecadores. Observemos esto porque aquí tenemos las cosas que Él ha hecho con nosotros; leamos el versículo 20:

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.


Este versículo , es muy importante. Y quisiéramos que usted note esto porque aquí tenemos ciertas cosas, las cuales queremos estudiar. Haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. – dice aquí. Eso quiere decir que Él está pagando la culpa de su pecado y el mío sobre la cruz, y que Él ha hecho la paz entre Dios y el pecador. Así es que Dios no se acerca al hombre acusándolo y diciéndole: “Mira, amigo, Yo estoy contra ti. Tú te has estado rebelando contra Mí. Tú eres un pecador y voy a tener que castigarte”. No, amigo. Dios le está diciendo al pecador perdido, en el día de hoy, a usted y a mí nos dice: “Yo he cumplido con el castigo. Ya he pagado ese castigo, y te estoy diciendo que hoy tú puedes venir a Mí y que cuando tú vienes a mi, encontrarás paz”. Ya se ha hecho la paz.

Eso es lo que el Apóstol Pablo quería decir allá en el capítulo 5, versículo 1, de su epístola a los Romanos, cuando dice: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Y usted tiene que haber notado que la paz que aquí se ha logrado fue a través de la sangre de Su cruz. Esta es una declaración muy interesante. Y usted puede notar que el Apóstol Pablo pone juntos el perdón de los pecados con la sangre de la cruz. Usted se puede dar cuenta , que Dios hoy no es un vecino desagradable que nos está esperando a la vuelta de la esquina para saltar sobre nosotros y encontrar alguna falta en nosotros. Dios tiene Su mano extendida y está diciéndole al pecador: “Ven, y te daré redención y descanso”.



Por eso decimos que lo que Él dice aquí es algo muy importante. Haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Como usted puede ver, cuando Dios perdona , siempre lo hace porque el castigo ya ha sido pagado. Él nunca perdona sino hasta cuando se haya pagado el castigo. Ya ha sido pagado el castigo por su pecado , por tanto, Dios le puede perdonar. Y ahora podemos leer: y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas. Ahora, observemos esa palabra “reconciliación”. La reconciliación es hacia el hombre. La redención es hacia Dios.

Es decir, que lo que Dios está diciendo al pecador en el día de hoy, es lo que dijo el Apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículos 18 al 20: Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Eso es exactamente lo que Dios le está diciendo al hombre del día de hoy. Dios dice: “Yo estoy reconciliado con ustedes. ¿Quieren ustedes reconciliarse conmigo?” Eso es lo que dice aquí .

Hay muchas personas que dicen que uno tiene que hacer algo para ganarse a Dios. Amigo , Dios está tratando de ganarlo a usted para el reino de los cielos. Y tal parece que el zapato está al revés, en el otro pie. Dios le está pidiendo al hombre que se reconcilie. Pues, Él, es decir Dios, ya está reconciliado.

Tenemos ahora aquí, una declaración que ha causado que algunas personas tengan la impresión equivocada de que todos van a ser salvos, porque aquí dice: y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas. Y habla mucho de eso. No sé por qué la gente no presta un poco más de atención a la gramática en este versículo. Aquí se habla de reconciliar consigo todas las cosas. Bien, entonces, ¿cuáles son todas esas cosas? Bueno, eso está en realidad limitado a todas las cosas que tienen que ser reconciliadas, que están señaladas para reconciliación.

Creemos que sería bueno mencionar un versículo que nos pueda aclarar este punto, y que se encuentra allá en la epístola a los Filipenses, capítulo 3, versículo 8, donde leemos: Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Escuche lo que Pablo está diciendo aquí, nos dice: estimo todas las cosas como pérdida. Ahora, ¿cuáles son todas esas cosas? ¿Quiere decir acaso, todas las cosas en este mundo? No, amigo . Estimo todas las cosas – que él tenía que perder. Y él ya había mencionado las cosas positivas que él tenía en su vida, como la vida religiosa que él había tenido; él ya había mencionado todo esto. Y esas son todas esas cosas a las que él se refiere. Pablo no podía perder algo que no tenía; por tanto, eran aquellas cosas que él podía perder.

Pues, bien, volviendo a nuestro texto, ¿cuáles entonces, son todas esas cosas? Son todas las cosas que Él había señalado para ser reconciliadas. Ahora, Él dice aquí (y él limita eso): así las que están en la tierra como las que están en los cielos. Bueno, esta es otra declaración que nos llama mucho la atención. Le vamos a decir por qué. Porque aquí tenemos algo que es muy interesante. Él no dice: “Las cosas que están debajo de la tierra”. Hace unos momentos mencionamos la porción de la epístola a los Efesios, capítulo 1, versículo 22 , donde dice que Dios sometió todas las cosas bajo sus pies. Dios le había puesto a Él, a Cristo, como la Cabeza sobre todas las cosas en la Iglesia. Ahora, ¿cuáles son todas las cosas que serán? Bueno, allá en la epístola a los Filipenses, capítulo 2, versículo 10, dice que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra. Bien, todo reconocerá el señorío de Jesucristo, pero eso no quiere decir que ellas van a ser reconciliadas. Porque él, aquí en Colosenses capítulo 1, versículo 20, menciona simplemente las cosas que están en la tierra como las que están en los cielos. No se menciona aquí las cosas debajo de la tierra.


Amigo , no escuche, no preste atención a las cosas que le van a decepcionar el día de hoy, ese canto de sirena que le dice: “Bueno, todas las cosas van a resultar bien. Usted puede contar con Dios, que Él va a ser dulce y bueno, como si fuera una abuelita.” Y no queremos ser irrespetuosos aquí , pero dicen que Él va a ser bueno y dulce con todos y que uno puede contar con eso. Amigo , no ponga su confianza en eso, porque las cosas que van a ser reconciliadas, son las cosas que están en el cielo, y en la tierra, no debajo de la tierra. Las cosas debajo de la tierra van a tener que inclinarse ante Él. No van a ser reconciliadas con Él. Este es el lugar y esta es la vida donde nosotros debemos ser reconciliados con Dios. Como bien podemos darnos cuenta, este es un versículo tremendo. Ahora, en el versículo 21, en este capítulo 1 de la epístola a los Colosenses, leemos:


Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado.

Dios no espera hasta que nosotros prometamos lavarnos bien la cara, ponernos nuestra ropa  dominguera e ir a la Escuela Dominical, antes de haber decidido hacer eso. Lo hizo cuando usted y yo , aún estábamos en rebelión contra Él, y haciendo obras malas. Entonces fue cuando nos reconcilió a Sí mismo. Nadie puede decir hoy: “Yo estoy perdido porque Dios no ha hecho una provisión adecuada para mí”. Usted está perdido , porque usted quiere perderse. Usted está perdido porque usted está en rebelión contra Dios. Luego el Apóstol Pablo menciona algo aquí que es muy interesante y que nosotros queremos enfatizar. Leamos otra vez este versículo 21:

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado .

Esta frase aquí de enemigos en vuestra mente, nos recuerda que existe una separación mental de Dios, así como también una separación moral. Hay muchas personas que opinan que uno está perdido porque – uno salió y se emborrachó. Amigo , esa no es la razón por la cual una persona está perdida. Usted está perdido porque su mente está separada de Dios hoy. Esa es la razón por la cual uno está perdido.

 Y eso, creemos nosotros, nos explica ese feroz antagonismo contra Dios, de parte de aquellos llamados intelectuales. Existe un odio tremendo contra Dios, y esto es algo que uno no se da cuenta sino hasta cuando se predica el evangelio a ciertos grupos. Cuando usted predica el evangelio a cierta clase de gente, puede observar en sus ojos el odio tremendo que ellos tienen contra el Señor Jesucristo y contra lo maravilloso que Él es y lo que hace para salvarlos. Es una separación que existe en la mente y en el corazón del hombre el día de hoy. Siguiendo ahora adelante, podemos notar lo que dice aquí el versículo 22; leamos:

en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;

Ahora, en su cuerpo de carne, creemos que es una declaración específica que Cristo sufrió, no simplemente en apariencia, sino que sufrió en un cuerpo verdadero; porque esa era una de las herejías del gnosticismo de aquel día.


Prestemos atención a lo que aquí se dice acerca de ser sin mancha. Este era uno de los requisitos para un animal que iba a ser sacrificado. Y Él es capaz de presentarnos sin mancha. ¿Por qué? ¿Porque lo somos? No, amigo . Sino porque Él ocupó nuestro lugar. Usted y yo no podemos presentar perfección ante Dios. Y Dios no puede aceptar nada que no sea perfecto. Por tanto, Él no puede salvarnos por nuestras obras o por nuestro carácter. Simplemente no podemos alcanzar esa perfección.

Luego tenemos esa palabra irreprensibles. Y eso significa que no se nos puede acusar, no se nos puede culpar de nada. Es decir, que Dios es quien justifica. Y si Dios es quien nos justifica, entonces, ¿quién nos va a acusar? Él es el que nos ha limpiado. Y ¡cuán maravilloso es esto ! Luego en la primera parte del versículo 23 se nos dice :

si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe,

Esta no es una cláusula condicional que se encuentra aquí y que se basa en el futuro. Él no está hablando de eso. Ese es el si que hemos visto antes y que el Apóstol Pablo acostumbra usar. Este es el si de un argumento. Esto no es algo que será si alguna otra cosa es; sino que es el si de un argumento, y este si del argumento creemos, debe ser mirado de la siguiente manera: que no tiene referencia al futuro. No es algo que será si alguna otra cosa es, sino que es algo que fue, si alguna otra cosa es. Es decir, si usted hoy es un hijo de Dios, y eso es lo que él quiere señalar aquí. Si usted es un hijo de Dios, va a continuar en la fe, permanecerá fundado y firme. Y como dice el versículo 23 a continuación:

y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído,

Usted no será movido si usted es un hijo de Dios en este instante. Y Pablo continúa en la parte final de este mismo versículo 23:

que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.

 A Pablo siempre le gusta mirar hacia el pasado y destacar este glorioso privilegio que él tenía, de ser un ministro de Jesucristo.

Y , consideramos eso como el honor más grande que se le pueda dar a una persona. Y cada día le damos gracias a Dios por el privilegio que nos ha dado de presentar Su Palabra. No creemos que exista algo igual o superior a esto.

 Llegamos ahora al versículo 24, donde se trata la obra subjetiva de Cristo por los santos. Y esta es otra división que comprende los versículos 24 al 29. Con estos versículos se finaliza este primer capítulo. Por supuesto, vamos a tener que esperar hasta nuestro próximo programa para entrar en detalle aquí, pero permítanos mencionar solamente algo para que pueda pensar desde ahora, hasta el momento en que nos reunamos otra vez más. Pablo dice aquí en el versículo 24, de este capítulo 1 de su epístola a los Colosenses:

Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;

Pablo está diciendo aquí que era necesario para él, llenar lo que faltaba del sufrimiento de Cristo. Ahora, ¿no es esa una declaración sorprendente? Alguien quizá nos puede decir: “Bueno, eso contradice lo que usted estaba predicando, que Él sufrió por nosotros y pagó la culpa del pecado, y que no hay nada que debamos hacer para la salvación”. Y , aun opinamos que eso es verdad. En efecto, yo sé que eso es verdad, pero, ¿contradice eso este versículo? No, amigo , ese versículo no lo contradice para nada, y vamos a hablar de esto, Dios mediante, en nuestro próximo estudio. Será pues, hasta entonces, es nuestra oración que la seguridad de participar de la herencia de los santos en luz, sea su mayor tesoro!



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