2 Reyes
Continuamos hoy estudiando el capítulo 5 del Segundo Libro de los Reyes. Y en nuestro estudio anterior, estábamos hablando de la muchacha sierva de la esposa de Naamán, general del ejército del rey de Siria. Y decíamos que ella era uno de esos personajes desconocidos y sin nombre en la Biblia. Era sierva, una hebrea todavía muchacha, pero una gran persona. Y dijimos que la considerábamos tan grande, quizá como la reina Ester, o Rut la moabita, o Betsabé, Sara, Rebeca o Raquel. Servía a la mujer de Naamán, y claro está, como sierva no estaba en ninguna posición para dar órdenes. Pero un día en una forma sutil, en un suspiro quizá, esta muchacha le dijo a la esposa de Naamán: “Ojalá, mi señor fuera para ver al profeta en Samaria.
El sí lo sanaría de su lepra.” Ahora, esto demuestra también que Eliseo gozaba de gran fama. Pues bien, la esposa de Naamán se lo contó a Naamán, y Naamán fue entonces y se lo dijo al rey. Y el rey, entonces, acordó enviar a Naamán a la tierra de Israel dándole algunas cartas para el rey de Israel y diciéndole que ahí le enviaba a su siervo Naamán para que le sanara. Ahora, cuando el rey de Israel leyó estas cartas, dijo, “Bueno, yo no soy Dios. Yo no puedo sanar a un hombre de su lepra.” O sea, que el mensaje había sido enviado al destinatario equivocado. El rey de Israel leyó el mensaje que debió haber llegado a las manos de Eliseo. Y , creemos que cualquiera que alegue tener el don de sanar, es casi blasfemo. El rey de Israel dijo, “Yo no pretendo poder sanar a nadie.” Y Eliseo, tampoco hizo esa alegación, pero él estaba en contacto con el Gran Médico.
Todo lo que el reyde Israel vio en estas cartas, era que el rey de Siria estaba buscando ocasión para pelear contra él. ¿Cuál otra razón tendría para enviar al capitán de su ejército con este pedido imposible? Continuemos hoy, leyendo los versículos 8 hasta el 10 de este capítulo 5 del Segundo Libro de los Reyes: 2 Reyes 5:8-10 “. . . Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.” El rey de Israel, en su disgusto y turbación por la carta del rey de Siria, parece que hasta se había olvidado que había un profeta en su tierra. Eliseo dijo: “Envíame a Naamán.” Naamán era de un gran reino en el norte. El hecho es que en aquel entonces su nación estaba venciendo en las guerras, a la nación de Israel. Siria ya había ganado algunas victorias sobre Israel, y Naamán esperaba que le recibieran con grandes ceremonias. Pero, ¿qué pasó? Eliseo le mandó palabra por medio de su siervo, que fuera y se lavara siete veces en el río Jordán. Ahora, esto le hirió el orgullo a Naamán. Eliseo en realidad recibió descortésmente a este gran hombre.
El hecho es que Eliseo no lo recibió , de ninguna manera. Ni siquiera salió a la puerta para recibirlo. Uno creería que el profeta se arrodillaría y trataría de buscar la amistad con este gran general del ejército de Siria. Pero, en lugar de eso, Eliseo envió a su siervo para que hablara con Naamán y le dijera que fuera y se lavara siete veces en el río Jordán. Ahora, ¿Cree usted , que Naamán aceptaría este consejo? Bueno, continuemos leyendo aquí el versículo 11 de este capítulo 5: 2 Reyes 5:11 “. . . su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.” Naamán se sintió turbado porque era un hombre muy orgulloso. Nunca antes había recibido esa clase de trato. Ahora, el Señor no solamente le sanaría de su lepra, sino que también le sanaría de su orgullo. Cuando Dios le salva a uno , generalmente quita de su vida lo que ofende. Sucede que la altivez es una de las cosas que Dios aborrece. Oímos mucho hoy en día, en cuanto al hecho de que Dios es amor, pero Dios también aborrece. No se puede amar de verdad sin aborrecer.
No se puede amar lo bueno sin aborrecer lo malo. Si usted , ama de veras a sus hijos , aborrecerá cualquier perro rabioso que entre en el patio para morder a sus pequeños. Y querrá matar a ese perro rabioso. En un lenguaje inequívoco Dios declara que aborrece el orgullo en el corazón del hombre. Allá en el capítulo 6 del libro de los Proverbios, versículos 16 y 17, dice: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente. . .” Y continúa en los versículos siguientes, mencionando las otras cosas que Dios aborrece. 3 atravesdelabiblia.org 2 Reyes Pero, ¿se fijó usted qué es lo que está encabezando esta lista de Dios? ¿Notó usted que son los “ojos altivos”? Dios dice que los aborrece . Aborrece los ojos altivos, tanto como aborrece el homicidio. Ahora, el apóstol Santiago, en el Nuevo Testamento, en el capítulo 4 de su carta, versículo 6, dice: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” La soberbia , es la ruina de los hombres, es un gran pecado.
Una vez más, allá en el libro de Proverbios, capítulo 16, versículo 18, leemos: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” Y en el capítulo 11 del mismo libro de Proverbios, versículo 2, dice: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.” Y por último, en el capítulo 29 del mismo libro de Proverbios, versículo 23, dice: “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra.” Ahora, ¿Por qué aborrece Dios la soberbia? La definición de soberbia es un “excesivo amor propio.” Es algo bastante mayor al deleite razonable en la posición y logro de uno. Pablo lo expresó de esta manera, allá en su carta a los Romanos, capítulo 12, versículo 3, diciendo: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” La soberbia, pues, es poner un precio excesivo al “uno mismo.” Es demandar más de lo que uno en verdad vale. ¿Ha escuchado usted alguna vez la expresión: “Ojalá que yo pudiera comprar a ese hombre por lo que vale, y venderlo por lo que él cree que vale?” Pues, bien, esa es la soberbia. Es la diferencia entre lo que usted es y lo que usted cree que es. Fue la soberbia de Satanás la que lo humilló. Ese fue su pecado.
La soberbia fue también el pecado de Edom. En cuanto a Edom, Dios dijo allá en Abdías, versículo 4: “Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.” La soberbia del hombre se opone al plan de Dios, y en dondequiera que ambos se encuentren, siempre habrá fricción. En realidad, lo que ocurre es una colisión, un choque frontal. Porque el plan de Dios para la salvación es la respuesta suprema a la soberbia del hombre. Dios derriba al hombre. Dios no necesita ni recibe nada del hombre . Cuando el apóstol Pablo se encontró con el Señor Jesucristo, él pudo decir en cuanto a sí mismo, allá en su carta a los Filipenses, capítulo 3, versículo 7: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.” O sea que, Pablo abandonó la religión. Pablo lo abandonó todo, estimándolo como pérdida. Dijo: “Lo renuncié.” Cristo y la soberbia , no pueden estar juntos. No se puede ser altivo y al mismo tiempo confiar en Cristo como nuestro Salvador. Si usted confía en El , usted tendrá que abandonar toda su soberbia en el polvo de la tierra. Esta historia de Naamán, aquí, es el mejor ejemplo que tenemos, de un hombre que abandona su soberbia. Era un gran hombre, de eso no hay duda. Dios mencionó todas las cosas que lo señalaban como un hombre de carácter y de habilidad. Pero al final dice: “. . . Pero era leproso.” Era pecador.
Y Dios no solamente le sanó de su lepra, sino también de su soberbia. Y créanos , que Eliseo le insultó. Naamán creía que Eliseo iba a salir a recibirlo, y que se iba a parar allí delante de él, invocando a su Dios, y que al tocar el lugar de su lepra quedaría sanado. Y usted sabe que así es la religión. Naamán pensaba: “¡Ah! si sólo me fuera posible ponerme en la fila de sanidad, y lograr que me tocara con la mano y orara a su Dios. Si sólo me echara un poquito de aceite, eso sí sería grandioso.” Y eso es la religión . Pero cuando Dios sana a una persona, lo hace mediante la fe. Dios derriba al hombre. No debemos acudir a ningún hombre para ser sanados. Debemos acudir directamente a Dios, el Gran Médico para ser sanados. Dios es el Médico Divino por excelencia. Continuemos, ahora, leyendo el versículo 12 de este capítulo 5 del Segundo Libro de Reyes. Naamán continúa enojado y dice aquí en el versículo 12: 2 Reyes 5:12 “. . . ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.” En cuanto a esto , estamos de acuerdo con Naamán. Esos ríos allá en el Líbano, son hermosos, sus aguas son limpias y se agitan contra las rocas.
El Jordán, en cambio, es un río lodoso. Sus aguas ni siquiera pueden ser comparadas con la hermosura de las aguas allá en el Líbano. Y Naamán dijo: “Bueno, ¿por qué voy a lavarme en el río Jordán, cuando hay otros ríos que tienen aguas limpias. Asimismo, hay muchos , que no les gusta llegar a la cruz de Cristo. Es un lugar de ignominia. Es un lugar de vergüenza. Hay muchos que no quieren llegar a la cruz. En lugar de eso prefieren hacer algo grande con sus propias fuerzas. Y eso es lo que Naamán quería hacer aquí. ¡Ah, la soberbia de Naamán! Dijo que los ríos de Damasco eran mejores, y es verdad que lo eran. Por otra parte, Naamán estaba muy disgustado de la imprudencia e impertinencia del profeta, que le mandó a que se lavare en el Jordán. Pero, usted tendrá que acudir a la cruz de Cristo. Usted no viene a Cristo para pararse delante de El con su propia soberbia. Cuando usted viene a Cristo , no puede decir que tiene algo en lo cual se está apoyando.
Usted viene “tal como es, así pecador, sin más confianza que Su amor,” como dice el himno. Todo lo que necesita hacer es aceptar la obra de Cristo Jesús, en la cruz del calvario. Carlota Elliot, una cantante de ópera con muy bella voz, cantaba cierta noche. Después de la función un joven predicador la felicitó diciéndole: “Tiene usted, una maravillosa voz. Es una voz que Dios puede usar, pero tendrá que venir a Él así como vienen los demás pecadores.” Y ella se ofendió, y le dijo: “¿Cómo se atreve a hablarme así? No soy como cualquier otro pecador. Quiero que sepa que soy una famosa cantante de ópera.” Esa noche, ella regresó a su casa, pero no le fue posible olvidarse de lo que ese joven predicador le había dicho.
No podía dormir. Por fin, ella escribió las palabras del himno: “Tal como soy de pecador, sin más confianza que Tu amor, ya que me llamas, acudí; Cordero de Dios, heme aquí.”, si usted viene a Cristo, esta es la manera en que tiene que venir. ¡Así es la cosa! Tal como se encuentra. Volvamos ahora al capítulo 5 de este Segundo Libro de Reyes y leamos el versículo 13: 2 Reyes 5:13 “. . . ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” Fíjese usted, los siervos de Naamán le dijeron: “Si el profeta te mandara hacer alguna gran cosa, ¿no la harías?” ¡Cuántas personas hay en este mundo hoy en día, que les gustaría hacer alguna gran cosa para la salvación! Pero usted no tiene que hacer nada . Él ya lo ha hecho todo por nosotros. Todo lo que necesitamos hacer, es recibirlo. Acudimos a Él como mendigos. Los siervos de Naamán le imploraron que hiciese lo que el profeta le pidió que hiciera. Y veamos, entonces lo que hace, aquí en el versículo 14: 2 Reyes 5:14 “. . . se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.” Naamán descendió al Jordán y se zambulló siete veces de acuerdo con las instrucciones de Eliseo. ¡Cuánto nos hubiera gustado estar allí para poder verle! Creemos que se miraba cada vez que se zambullía, y hasta quizá diría: “Esto es absurdo.
No me estoy limpiando nada. No me estoy librando de la lepra.” Pero, entonces, sus siervos le instaban a que se zambullera otra vez. Y entonces, él se zambullía nuevamente. Por último, llegó a zambullirse la séptima vez en el Jordán. Y cuando salió, su piel, dice aquí, se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio, es decir, quedó completamente sano. Y continuamos leyendo en los versículos 15 hasta el 19: 2 Reyes 5:15-19 “. . . Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.” Por haber seguido las instrucciones de Eliseo, Naamán llegó a darse cuenta de que había un Dios en Israel y creyó que Jehová era el único Dios. Y declaró entonces su intención de adorarle sólo a Él. Pidió permiso para llevar a casa tierra en cantidad equivalente a la carga de un par de mulas.
Asimismo quería dar presentes de valor a Eliseo, pero el profeta rehusó aceptarlos. Por otra parte, pidió una dispensación especial, de parte de Eliseo, para acompañar al rey de Siria en su adoración al ídolo Rimón y aun de inclinarse ante el ídolo, mientras en realidad, adoraba a Jehová en su corazón. Ahora, Eliseo tenía un siervo llamado Giezi. Y a Giezi no le gustó perder esa recompensa generosa. De modo que, decidió seguir a Naamán y cuando llegó a donde estaba, le dijo: “Me dará mucho gusto recibir su presente, porque mi señor ha cambiado de idea. Bueno, pero leamos lo que dice aquí los versículos 20 hasta el 27 de este capítulo 5 del Segundo Libro de Reyes: 2 Reyes 5:20-27 “. . . de delante de él leproso, blanco como la nieve.” ¿Por qué tomó Giezi el presente de Naamán? Simplemente, por la codicia
. El gran pecado de Naamán había sido la soberbia. Pero aquí, el gran pecado de Giezi fue la codicia.Y esa es la lepra del alma. Y Giezi fue castigado por su codicia. Fue herido con lepra. Y así concluye nuestro estudio de este capítulo 5 del Segundo Libro de Reyes. Pasamos ahora al capítulo 6. En este capítulo, Eliseo hace flotar un hacha. Y el milagro del hacha flotante, revela el carácter del profeta Eliseo. Eliseo es un profesor popular en la escuela de los profetas. Necesitan un lugar más grande y Eliseo va con ellos para cortar la madera en el valle del Jordán donde ocurre el accidente. El hacha prestada cae en el agua. Ahora, algunos consideran como descuidado al joven estudiante y creen que no debió haber pedido prestada el hacha. Pero, ninguna de las acusaciones parece justificada, porque Eliseo no le reprochó. Ahora, quizá parezca que se le da demasiada importancia al milagro de hacer flotar el hacha, ya que no era tan espectacular como el bajar fuego del cielo. Aquí vemos el contraste entre Elías y Eliseo. Elías no habría hecho las cosas de esta manera. Ni siquiera se habría preocupado por tal problema. Creemos que habría dicho quizá: “Hijo, no pienses más en eso.” Pero Eliseo no era así. Eliseo vio la situación como lo haría nuestro Señor Jesucristo mismo, quien muestra un interés vivo y genuino, en el individuo y en sus pequeños problemas.
Y aquí tenemos una gran lección espiritual. Los hombres están perdidos y las aguas oscuras de la derrota y de la muerte han pasado sobre ellos. Solamente cuando el palo que representa la cruz es echado en las aguas de la muerte, pueden entonces los hombres ser salvos y pueden ser restaurados a su propósito y ocupación que les fue dado por Dios, para este tiempo y para la eternidad. También en este capítulo, Eliseo amonesta al rey de Israel en cuanto al complot de Ben-adad, y así salva su vida, no solamente una vez sino muchas veces. Ben-adad, por su parte, trata de prender a Eliseo enviando un gran ejército a Dotán, donde estaba el profeta. El siervo de Eliseo cree que este es el fin; pero Eliseo ora para que el Señor abra los ojos de su siervo. Y Dios los abre, y leemos en el versículo 17: “. . . he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.” Eliseo lleva entonces cautivos a Samaria a los sirios cegados. Al concluir este capítulo 6, vemos otro ataque de Ben-adad, quien sitia a Samaria, y los habitantes de la ciudad sufren entonces mucha hambre.
El rey de Samaria culpa al profeta y trata de matarlo. En este capítulo 6, pues, tenemos relatadas dos de las experiencias más emocionantes que cualquier hombre haya jamás vivido. La primera experiencia se relaciona con el hacha flotante, como ya los hemos dicho. Y la segunda, tiene que ver con una cita con el peligro y el destino en Dotán. Ahora, ya hemos visto que Eliseo es un hombre destacado. Era diferente a Elías. Elías era extrovertido, pero Eliseo era introvertido. El ministerio de Elías era público. Pues, recuerde usted lo que pasó allá en el monte Carmelo. Mientras que el ministerio de Eliseo era más bien privado, como lo vimos en su manera de tratar a Naamán, general del ejército sirio. Elías hizo lo espectacular; hizo bajar fuego y lluvia. Pero Eliseo era un individuo callado. Elías ministraba a príncipes; Eliseo ministraba a los hombres comunes y corrientes. Estos dos hombres eran diferentes en muchas maneras.
Elías, por ejemplo, no murió. En cambio, Eliseo, sí murió. Y permítanos decir aquí, amigo oyente, que creemos que estos dos hombres representan los dos aspectos del rapto de la iglesia. Los que viven serán arrebatados, y aquellos que han muerto, han de ser levantados de los muertos. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 6 del Segundo Libro de Reyes: 2 Reyes 6:1 “. . . el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.” Y esto revela , la popularidad de Eliseo. El enseñaba en un seminario teológico, es decir, en la escuela de los profetas. Ahora, la escuela creció en número y necesitaban un lugar más grande. Y esto sin duda, se debió a la presencia y a la popularidad de este varón de Dios, Eliseo. Hasta aquí el estudio de hoy. ¡que las bendiciones del Señor sean su fiel compañía ahora y siempre!
Comentarios
Publicar un comentario