Isaías Capítulo 40

Amigo , hemos llegado ahora a la última de las divisiones principales del libro de Isaías, que comienza con el capítulo 40. Existe un contraste entre los primeros 35 capítulos y lo que tenemos aquí. Anteriormente teníamos la revelación del Soberano en el Trono; ahora, tenemos la revelación del Salvador en el lugar del sufrimiento. Ya vimos la corona en el capítulo 6, y en esta sección hasta el capítulo 53, vemos la cruz. En la primera sección teníamos el gobierno de Dios, y en esta sección, tenemos la gracia de Dios. Esta sección que tenemos ante nosotros es una sección muy importante, y uno no debería considerar la primera sección sin la última.
En el capítulo 40 tenemos un mensaje de consuelo, de parte de Dios, el Creador, el Salvador y el Sustentador. Ahora, el mensaje ha cambiado pero el mensajero no. Aquí es dónde los críticos se hacen presentes y dicen: “Bueno, el tema es tan diferente que debe haber dos Isaías”. Bueno, por qué no tener 2 temas, o cambiar un mensaje, en lugar de cambiar el mensajero y tener dos Isaías. En realidad, eso es lo que ocurre. Podríamos darle una ilustración muy sencilla . Por ejemplo, el mismo autor de estos estudios bíblicos, ha escrito comentarios sobre diferentes libros de la Biblia, y diferentes temas en esos libros. Por ejemplo, ha escrito un librito basado en el segundo Salmo, que llama: “¿A Dónde va a parar este Mundo?” Y la respuesta es, al juicio, por supuesto.

 Luego, escribió otro librito basado en el Salmo 22, y ese es una Radiografía de la Cruz.

Ahora, los temas son completamente diferentes, y esto ha hecho que una o dos personas que han leído esos comentarios hayan dicho: “Y, ¿cómo es que pueden escribir un libro basado en un tema, y, luego, volverse y escribir otro de un tema que es completamente lo contrario? Bueno , permítanos decirle que los Salmos 2 y 22 son completamente diferentes. De paso, digamos que fueron escritos por la misma persona, y eso no es algo fuera de lo común. Y eso es lo que tenemos en esta sección en particular aquí en este libro de Isaías.

Aún cuando el mensaje que tenemos aquí, es un mensaje de consuelo y no de juicio, vamos a ver en esta sección que Dios es revelado como el Creador, y el Salvador, y el Sustentador. Él no será algo completamente desconocido para Su pueblo. Él será un Dios muy personal, y una verdadera realidad. Y, al recorrer estas páginas, usted encontrará en esta sección una polémica contra la idolatría. En algunos lugares el lenguaje es muy sarcástico. Isaías tenía una pluma que a veces se destacaba por ese estilo, y él aquí hace un ataque contra los ídolos. Ese era el gran pecado de Israel.

  Cuando Dios llamó a Abraham, lo llamó para que saliera de un lugar de idolatría. Él servía al Dios vivo y verdadero, y procedente de Abraham saldría una nación que debería testificar de la unidad de la Deidad. “Escucha, Oh Israel, el Señor Jehová, vuestro Elohim, Jehová, vuestro Dios (plural), es uno. Jehová”. Ese era el mensaje de aquel día. La iglesia de hoy en medio del ateísmo, no de politeísmo, debe testificar de la Trinidad. Y esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Nosotros debemos conocer a Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Y conocemos al Espíritu Santo cuando Él toma las cosas de Cristo,
y nos las muestra a nosotros.

Bien, comencemos ahora en esta sección de Isaías. Y existe un nuevo tono aquí. Los relámpagos y los truenos del Sinaí han disminuido. Son cubiertos ahora por el maravilloso mensaje de gracia que proviene de Dios. Y en el primer versículo de este capítulo 40 de Isaías, leemos:

 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.

Ya no tenemos aquí los ayes que habíamos tenido anteriormente, y en la primera sección de este libro, habíamos visto 6 ayes. Había unas doce cargas, o profecías, y todo eso ya ha sido levantado porque tenemos ahora a Aquel que lleva la carga, Aquel que más adelante cumplirá con todo aquello que Isaías ha dicho en cuanto a Él, y Él será el que llegará a dar una invitación: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. (Mateo 11:28) Él quita la carga, y aquí tenemos este consuelo. Consolaos, consolaos. Y eso es como un suspiro de anticipación que sale del palpitante corazón de Dios, y Él es el Dios de toda consolación.

 De eso es que nos habla el Apóstol Pablo cuando nos dice allá en su segunda carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 3: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podemos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. De paso, digamos que el Espíritu Santo es llamado el Consolador. El Señor Jesucristo dijo: Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre. Y Él es hoy el Consolador que está en este mundo. Ahora, volviendo a Isaías, leemos en el versículo 2, de este capítulo 40:

Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.

Se ha sugerido que cuando existía una deuda o hipoteca en una casa de Israel, que esto se escribía en un papel, es decir, en un documento legal, como los que tenemos hoy cuando se hace una hipoteca. En aquel día, pues, se colocaba la hipoteca en uno de los dinteles de la puerta para que todos sus vecinos, todos sus amigos supieran que usted tenía una hipoteca en su lugar. Ahora, cuando la hipoteca era pagada, entonces se sacaba una copia de ella y se colocaba en otro dintel de la puerta. Y eso era señal de que se había pagado. Y eso es lo que se nos está diciendo aquí, eso es lo que se quiere decir cuando se dice que ha recibido doble, que han sido perdonados, que ha sido pagado.

 El Señor Jesucristo pagó la deuda, esa es la diferencia entre la forma en que Dios trataba a Su pueblo y cómo nos trata a nosotros hoy. Esto es en realidad, lo que separa a la cristiandad de todas las religiones paganas. El Antiguo Testamento, aun cuando estaba bajo la ley, era totalmente diferente. Todo eso se resume en esa palabra “propiciación”. Todos los paganos en todas sus religiones presentan una ofrenda a su Dios para aplacarlo, y eso es lo que quiere decir “propiciación”.

Ahora, muchas personas piensan que eso es lo que quiere decir en la Biblia. Quiere decir que uno tiene que hacer algo, y que Dios está enojado. Que usted tiene que hacer algo para poder obtener su favor. Los paganos siempre están haciendo eso. Los dioses de ellos siempre están enojados. Es muy difícil poder llevarse bien con ellos, y se ofenden muy fácilmente, y no son muy amigables. La realidad es que el pecado del hombre le ha alienado de Dios; pero , fue Dios el que hizo algo, y Dios es propicio hoy.

Usted no tiene que hacer nada para ganar su favor. La propiciación es hacia Dios. Y la  reconciliación es hacia nosotros. Dios ha hecho todo lo que era necesario hacer. Y hoy se nos dice que debemos reconciliarnos con Dios, no que hagamos algo para obtener su favor. Eso ya ha sido logrado. Eso es lo que el Señor Jesucristo hizo por nosotros en la cruz del calvario. Ahora, esa es la palabra consuelo; esa es la palabra de consuelo que ha sido esparcida hoy a través de todo el mundo. Y en el versículo 3, de este capítulo 40, leemos:

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Los cuatro escritores de los evangelios citan este versículo como que es aplicable a Juan el Bautista. Y ya que está allí citado 4 veces, nosotros no estamos preparados para argumentar en cuanto a esto. Diremos que se refiere a Juan el Bautista. Ahora, en los versículos siguientes, los versículos 4 y 5, leemos:

Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. 5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.
Lucas cita eso también como que lo aplica a Juan el Bautista. Y ahora, leemos en los versículos 7 y 8, de este capítulo 40 de Isaías:

La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. 8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

Llegamos ahora a un punto donde el hombre es comparado a la hierba en el campo, y nos hacemos la pregunta: “¿Dónde puede haber consuelo en esto, cuando se nos hace recordar que usted y yo somos simplemente como la hierba del campo?” Uno puede apreciar en muchos lugares en la primavera, después de la lluvia, cuán hermosas se ven las laderas de las montañas, pero no pasa mucho tiempo cuando calienta el sol, y comienza a marchitarse y se seca. Y así es el hombre . Usted me dice que esto no es muy consolador, sin embargo, sí lo es. Amigo , el hombre es débil y frágil, pero vemos que la Palabra de Dios es fuerte y segura, y ese es nuestro lugar de refugio, ese es el fundamento en el que podemos descansar, esa es nuestra espada y nuestro escudo, nuestro castillo fuerte, nuestra protección, nuestra seguridad, nuestra salvación.

Vea lo que dice Pedro allá en su primera epístola, capítulo 1, versículo 23: Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque toda carne es como hierba y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae, mas la Palabra de Dios, del Señor, permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Amigo , es sólo por medio del evangelio que el hombre recibe vida eterna, muy naturalmente. El hombre es una criatura de vida temporal en esta tierra. Eso es todo lo que es. Ahora, tenemos un maravilloso mensaje aquí en el versículo 9, dónde dice:

Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!
Ese era el mensaje. Juan el Bautista lo estaba presentando así, y las buenas nuevas, por supuesto, se refiere al evangelio. Y, ¿cuál es? ¡Ved aquí al Dios vuestro! Amigo , mientras usted no vea a Jesucristo como Dios manifestado en la carne, usted no ha visto nada aún, sino hasta cuando usted se acerque, no como a un hombre, sino que se acerca a Él como Dios, Enmanuel, Dios con nosotros, y por eso es que Su nombre es Jesús, Su nombre humano. Si fuera solamente humano, entonces, no podría ser mi Salvador; pero como Él es Enmanuel, Él es Jesús, Él es mi Salvador. ¡Cuán maravilloso es todo esto !

Ahora, Isaías, como generalmente hace, une aquí la primera y la segunda venida de Cristo. En el versículo 10, tenemos la segunda venida; leamos:

He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.

Esto mira hacia el futuro, a la segunda venida. En realidad, el evangelio incluye ambas venidas de Cristo. El caso es que nosotros hoy estamos propensos a desviarnos, y a poner todo el énfasis en la primera venida de Jesús, o en la segunda. Amigo , pongámoslo en ambas venidas. Esa es la totalidad del evangelio. Y ahora, en el versículo 12, llegamos a la creación, o a la revelación de Dios. Esto nos habla de la grandeza de Dios. Nos habla de eso. Leamos el versículo 12:

¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

¿Quién ha podido hacer eso hoy ? Para comenzar, cuando uno sale al espacio, uno no puede pesar nada, así es que nos preguntamos, ¿quién pesa las cosas hoy? ¿A dónde las va a pesar? Este es un versículo que siempre nos hace pensar de ese himno que dice: “Cuán grande es Él.” Va muy bien con eso. Ahora, en el versículo 13, leemos:

¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?

Dios no tiene un semejante, tampoco hay alguien que le pueda dar algún consejo, no hay nadie con el cual uno lo pueda comparar. Quizá usted ha oído una pregunta absurda que dice: ¿Qué es lo que usted ha visto que Dios nunca ha visto? Bueno, es muy sencillo. Dios nunca ha visto a un semejante. Yo veo a mi semejante todos los días. Y ahora, en el versículo 18, de este capítulo 40 de Isaías, leemos:

¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?

Usted y yo , aun con la ayuda de la Palabra de Dios, conocemos muy poco. Todo lo que podemos conocer es lo que se nos ha revelado, y no creemos que Dios nos haya dicho todo. Para comenzar, tenemos que decir que ni siquiera podemos comprender lo que Él ya nos ha dicho. Aquí tenemos que Él está comparando, o deberíamos decir mejor, contrastando a Dios con los ídolos. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? Usted puede mirar a su alrededor, y observar algunos cuadros hoy. Personalmente, no nos gustan los cuadros pintados en los cuales representan al Señor Jesucristo. Esos no son cuadros de Jesús.

 Quizá no nos hagamos muy populares cuando decimos esto. Uno puede encontrar estos cuadros por todas partes, y hay algunas personas que son un poco sentimentales en cuanto a Dios. Piensan que lo que estamos diciendo es algo terrible, pero nosotros no necesitamos cuadros de Él. Cierto filósofo escocés dijo en una oportunidad: “Ellos nunca piensan en pintar un cuadro de Jesús hasta cuando pierden la presencia de Él en sus corazones”. Notemos ahora uno de los primeros ataques irónicos, digamos, que hace Isaías contra la idolatría. Leamos el versículo 19:

El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata.

Es decir que el rico tiene un ojo muy ornamental. Tiene un Dios muy rico. Sin embargo, la persona pobre tiene un ídolo crudo. Leamos el versículo 20:

El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.

Así es que él talla a un dios, y esto es algo absurdo, porque Dios dice aquí en el versículo 21:

¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó?

Estas cosas son absurdas. Ahora, el versículo 22, dice:

El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar.
Ahora, ¿quién le dijo a usted, , que la tierra era plana? No nos gusta decirlo, pero ¿sabe usted quién fue el que enseñó que la tierra era plana? Fueron los científicos de los días de Cristóbal Colón los que enseñaron que la tierra era plana. La Biblia nunca enseñó tal cosa. Los así llamados científicos no prestaban atención a la Palabra de Dios en aquel día; y eso es lamentable porque podrían haber aprendido algo. La tierra es un círculo, así se nos indica aquí. El Antiguo Testamento nunca enseñó que la tierra era plana. Fue la ciencia que enseñó eso en su día. Y no estamos muy seguros de que estén correctos hoy. Ahora, Isaías continúa avanzando en estas secciones hablando acerca de la idolatría. Y no vamos a entrar en mucho detalle aquí. Quisiéramos ahora leer lo que dice el versículo 27. Aquí tenemos ahora la consideración como un llamado de Dios. Amigo , la creación es, en realidad, una revelación de Dios. Y tenemos ante nosotros ese asunto de la consideración. Se llama en realidad, a la consideración, a la luz de todo esto que se dice aquí. Leamos ahora el versículo 27:

¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?

Dios conoce acerca de las dificultades y problemas de aquellos que le pertenecen. Y usted que pertenece a Él, puede ver que Él puede calmar las tormentas de la vida para usted en cualquier momento. Ahora, alguien quizá diga: “Bueno, yo estoy en una tormenta en este momento, y Él no ha calmado esa tormenta todavía”. Bien, entonces, en lugar de estar sentado llorando, y comenzando a criticar a Dios, ¿por qué no comienza a observar a su alrededor y tratar de hallar cuál es la lección que Él quiere que usted aprenda? Dios no permitiría que usted pase por eso a no ser que usted deba aprender algo. Y, luego, la lección puede ser esto; leamos el versículo 28, de este capítulo 40 de Isaías:

¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.

Y, luego, se nos dice en los versículos 30 y 31, de este capítulo 40 de Isaías:

Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Aquí tenemos tres grados de poder. Y hay algunos expositores bíblicos que han comparado esto con las 3 etapas de crecimiento cristiano que usted tiene allá en la Primera Epístola del apóstol Juan, capítulo 2, versículos 2 al 14. Allí se menciona al nuevo creyente, al joven. Se menciona también al adulto, y, luego, tenemos al anciano. El joven creyente levantará alas como las águilas; el creyente adulto correrá; y el creyente ya maduro, caminará. Y esto es muy interesante, digamos de paso. Aquí tenemos a los tres.

En cierta ocasión, un predicador se levantó a predicar un maravilloso sermón y dijo: “. . . hermanos, esta iglesia necesita caminar”. Y uno de los que estaba en el auditorio dijo: “Amén”. El predicador continuó su mensaje y más adelante dijo: “Hermanos, esta iglesia necesita correr”. Y esta otra persona contestaba: “Aleluya.” Y, luego, el predicador dijo: “Hermanos, esta iglesia necesita volar”. Y este otro que le escuchaba en la audiencia dijo: “Amen y aleluya”. Luego, el predicador dijo: “Bien, va a costar dinero el hacer que esta iglesia vuele”. Y, entonces, esa persona en el auditorio dijo: “Déjela que camine, hermano, déjela que camine”.

 Y hoy no importa dónde uno esté; si usted va a caminar con Dios a través de este mundo, creemos que este hombre tiene completa razón. Probablemente le costará algo a usted. Pero Él le va a dar a usted la fuerza, no importa cuál sea su condición. Si usted necesita fuerza para caminar, Él se la dará. Si usted necesita fuerza para volar, Él también tiene eso para usted. ¡Este capítulo es algo maravilloso, realmente! El consuelo de Dios como nuestro Creador, como nuestro Salvador, y como nuestro Sustentador, es un buen comienzo para esta última sección en el libro de Isaías.

Y aquí, vamos a detenernos por hoy. En nuestro próximo estudio abordaremos el capítulo 41 de este libro de Isaías, y confiamos que usted , lea todo este capítulo que habla de la seguridad de Dios para Israel. Contamos pues, con su fiel y valiosa companía. Será pues, hasta entonces, ¡que el Señor colme su vida de Sus ricas bendiciones







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