Isaías Capítulo 38

Regresamos hoy , al Libro profético de Isaías. Nos encontramos en la sección que llamaríamos la línea divisoria de este Libro, y nos encontramos en la sección histórica que comenzó allá con el capítulo 36 y continuará hasta el capítulo 39. En lo que hemos observado anteriormente en los capítulos 1 hasta el 35, se destaca el tema del gobierno.

 Cuando lleguemos al otro lado de esta división, nos encontraremos en la zona soleada de las montañas, digamos, y no en el lado oscuro. Allí tendremos la gracia de Dios. Ahora estamos considerando una sección muy importante, y como hemos dicho, la historia aquí es un poco diferente de la historia del hombre, o de la historia secular en el día de hoy. Aquí tenemos en esta sección algo que es milagroso que ha sido registrado. Tenemos al ángel de la muerte que mató a 185.000 en el campamento de los asirios, eso estaba en el capítulo 37 .

Y llegamos ahora al capítulo 38, y aquí tenemos la enfermedad del rey Ezequías. Aquí tenemos su oración y su restablecimiento. Vimos en nuestro estudio anterior y señalamos la diferencia que existe entre aquel día, que se refiere al período de la Gran Tribulación y el milenio; y que en este versículo se nos dice: En aquellos días y eso se refiere a la época de Ezequías. El versículo 1 dice:

En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.
Isaías el profeta, pronuncia la sentencia de muerte del rey Ezequías. Creemos que esta sentencia de muerte descansa en cada uno de nosotros hoy; aun cuando no sabemos ni el día ni la hora, sabemos que ha sido señalado para el hombre que muera una vez, y después de la muerte viene el juicio. Esta es una fecha divina, y estamos seguros que si cada uno de aquellos que nos escuchan en estos momentos, supieran la fecha exacta y la hora exacta de cuando van a morir, entonces, eso cambiaría su forma de vida; cambiaría totalmente su forma de vivir, inmediatamente.

El autor de estos estudios bíblicos, contaba que en cierta ocasión un joven predicador escribió indicando en su carta que él tenía cáncer y que esa enfermedad era incurable. Este joven había enviado una carta a todos sus amigos, y en ella había incluido al autor de éstos estudios . Y entre otras cosas decía en su carta: “Una de las cosas que he descubierto en estos últimos días, es que cuando un creyente se enfrenta de pronto con la amenaza de la muerte, comienza a evaluar de una manera diferente las cosas materiales.

 Mis aparejos de pesca, mis libros y mi jardín ya no tienen tanto valor como el que tenían hace una semana”. Hasta aquí la carta de este joven predicador. Luego, continuó diciendo que él, cuando tuvo su experiencia con la enfermedad del cáncer, y cuando su médico le informó francamente que él pensaba que sólo tenía unos tres meses para vivir, se dio cuenta que las declaraciones de aquel joven predicador, eran en realidad ciertas.

Dios por cierto tuvo otros planes, y permitió que el autor de éstos estudios bílicos continuara viviendo, por lo cual decía que estaba muy agradecido y alababa y ensalzaba el nombre de Dios en cada  oportunidad que le era posible. Pero dijo que ese fue un gran momento al cual tuvo que enfrentarse y que es sorprendente cómo cambian de valor las cosas. Ciertas cosas que antes eran muy importantes, luego carecieron de valor.

Por ejemplo, una de las cosas dijo él, que le importaba demasiado era su casa. Al pensar que ya no viviría más allí, esto ya dejó de ser tan importante como lo era antes. Y el lugar en que luego vivía, dejó de ser importante. Y lo que sí llegó a adquirir suma importancia, fue el lugar a donde él se estaba dirigiendo.

Ahora, ¿qué fue lo que hizo este hombre Ezequías? Antes de contestar eso, quisiéramos señalar algo en la vida de Ezequías que tiene mucha importancia en revelarnos eso. Pero, nos dice aquí en este versículo 1, “que fue en aquellos dias”. Identifiquemos entonces exactamente el tiempo en que él tuvo esa llaga o tumor, y cuándo le fue entregada esta sentencia de muerte. Bien, fue durante la época cuando Jerusalén estuvo sitiada por los enemigos. Los asirios estaban rodeando la ciudad. Y entonces, este rey tuvo problemas afuera de la ciudad, y también tenía problemas dentro de sí mismo.

Ahora, alguien quizá nos diga: “¿Y cómo sabe usted eso?” Bueno, Ezequías reinó por un período de 29 años, y él reinó 15 años después de este suceso que se nos menciona aquí. Entonces, esta enfermedad tuvo lugar en el décimo cuarto año de su reino. En el capítulo 36 de Isaías, versículo 1, leímos: Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. Bueno, entonces, eso quiere decir que en el mismo año en que el rey Senaquerib de Asiria se levantó contra este rey Ezequías, él ya tenía esta enfermedad. Por tanto, podemos apreciar que Ezequías tenía verdaderos problemas. El recurso de Ezequías, entonces, es la oración. Y en el versículo 2, de este capítulo 38, que estamos estudiando, leemos:

 Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová,
Ya lo hemos visto anteriormente en oración, como en el caso en que él recibió esa carta de sus enemigos, y él fue y la abrió delante de Jehová. Ahora, en el versículo 3, continúa diciendo:

y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran lloro.

Esta es una ocasión cuando un hombre puede llorar. Estamos seguros que este joven predicador que mencionamos anteriormente, cuando él escribió esa carta compartiendo el diagnóstico médico que le confirmaba que padecía de cáncer, había llorado también. Uno lo puede hacer en una ocasión así. Ezequías, entonces oró a Jehová, y basándose en lo que había sido su vida, y en aquel día cuando bajo el Antiguo Testamento se gobernaba o guiaba a la gente con la ley de Moisés; este hombre tenía una reputación muy buena ante Dios.

 En el Segundo Libro de Reyes, capítulo 18, versículo 5, se nos dice de Ezequías: En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Así es que, este hombre se destaca mucho y es un hombre sobresaliente ante Dios. Él no se está jactando cuando dice eso en su oración. Ahora, Dios escucha su oración, y leemos en los versículos 4 y 5:

Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: 5 Ve y di a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años.

Dios escuchó y respondió a su oración, y lo hizo por amor a David, según se nos dice aquí: por amor a David tu padre. Bueno, esa no es la base por la cual Dios escucha y contesta nuestras oraciones en el presente. El Señor Jesucristo dijo lo siguiente allá en el capítulo 16, del evangelio según San Juan, versículos 23 y 24: En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.

Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. En el día de hoy nosotros podemos ir ante Dios en el nombre de Jesucristo; y debemos ir en oración ante nuestro Padre Celestial. Y si lo que decimos está de acuerdo a Su voluntad, si eso complace al Señor Jesucristo, si es en Su nombre; entonces, Él oirá y responderá a nuestra oración.

  Una oración en el nombre del Señor Jesucristo no es necesariamente agregando simplemente Su nombre al final de la oración: “En el nombre de Jesucristo”. Sin embargo, creemos que debe estar allí. No nos gusta en realidad escuchar oraciones como las del día presente, pronunciadas por hombres buenos, que simplemente finalizan la oración de forma abrupta. Ellos simplemente dicen: ¡Amén! Algunas personas dicen que no tienen tiempo de unir sus manos y cerrar sus ojos cuando comenzamos a orar en nuestro estudio ; sin embargo, cuando escuchamos esta otra clase de gente orar, no podemos abrir nuestros ojos a tiempo. Ellos ya están haciendo otra cosa.

Creemos , que la oración debe hacerse en el nombre de Jesús, y esto quiere decir, que cuando usted ora en el nombre de Jesús, significa que se haga la voluntad de Él, que es algo que le agrade a Él. Hay veces en que Él le sana y hay veces en que Él no lo hace. Y Él es quien decide. Pero este hombre que tenemos ante nosotros Ezequías, se presentó con una base un poco diferente. En el versículo 6, Dios dice algo diferente y nosotros lo podemos comprender cuando analizamos la época. Leamos el versículo 6 de este capítulo 38 de Isaías:

Y te libraré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé.

 Dios une la liberación de la ciudad de Jerusalén con la liberación de Ezequías de la muerte. Es decir que la respuesta a un pedido del creyente, le anima a éste por la forma en que Dios responde a su pedido. Y esto es algo maravilloso. Nos anima mucho, amigo oyente, cuando Dios escucha y responde nuestra oración. Hay muchos de ustedes, que de seguro oran por nosotros.

En aquel día Dios le dio a Ezequías una señal. Él iba a hacer regresar la sombra diez grados en el reloj de Acaz. No tenemos mucho tiempo para dedicarnos a eso aquí, pero las palabras que han sido traducidas como “el reloj de sol”, pueden ser interpretadas mejor como las gradas o peldaños de una escalera. Así es que, la sombra retrocedió como diez pasos, como podemos leer claramente en el versículo 8, de este capítulo 38 de Isaías, donde dice:

He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido.
No podemos entrar en detalles, como dijimos, pero aparentemente, el reloj del sol de aquel día, era algo bastante grande. No algo pequeño colocado encima de un pilar. Creemos que este reloj de sol era algo hecho en forma de gradas, porque así era como se construía en aquellos días. Aparentemente subía hasta cierto punto cuando subía el sol, y lo hacía por un lado de esas gradas, y luego descendía por el otro lado.

 De esa forma, esa gente podía decir la hora del día. Ahora, lo que Dios hizo aquí fue hacer retroceder el tiempo por 45 minutos. ¿Recuerda cuando Dios hizo eso anteriormente? Bueno, ocurrió en los días de Josué, y hay personas que dicen que han encontrado que faltaban 45 minutos en aquel día. Así es que Dios niveló las cosas aquí, y al mismo tiempo le dio una señal a este hombre. Aquí tenemos algo que Ezequías hizo también.

Él escribió un Salmo en esa oportunidad. Hay muchos que creen que él escribió el Salmo 116, y aquí tenemos un cántico de alabanza, y evidentemente alguien le puso música a eso. La pregunta que se presenta ahora es: ¿Estuvo Ezequías en lo correcto al decirle a Dios que extendiera su vida? En el versículo 20, de este capítulo 38, leemos:

Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

Según lo que se nos dice en el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 32, Ezequías, luego de haber hecho esto se enorgulleció demasiado y se convirtió en una persona arrogante y orgullosa, y en el mismo libro Segundo de Crónicas, tenemos el punto de vista de Dios, y en el versículo 25 del capítulo 32, del Segundo Libro de Crónicas, leemos: Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció de corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén. Aquí tenemos evidencia al hecho de que quizá él no debió haber pedido que se le extendiera su vida. Eso le llevó a que el orgullo entrara en su corazón, y él se enalteció demasiado .

El autor de estos estudios bíblicos contó lo siguiente: “Cuando fui al Señor presentando ante Él un asunto similar, recordé esa historia y le dije: – Señor, si tú me permites vivir, te prometo hacer sólo tu voluntad y continuar presentando Tu Palabra. No me voy a jubilar de esta tarea de esparcir la Palabra. Y hablando francamente, esa es la razón por la cual me apresuré a tomar demasiados compromisos en reuniones y conferencias. Yo no iba a dejar de cumplir lo prometido al Señor. Y creo que Él me ha dicho a mí claramente: “No te canses demasiado, después de haber extendido tu vida, haciendo cosas que no te convienen”. Hasta aquí, lo que contó el autor de éstos estudios bíblicos .

Ahora, en el caso de Ezequías, podemos notar que existe un gran peligro. El se está apartando de Dios, luego de haber tenido esa hermosa, maravillosa experiencia. Algunas personas se hubieran acercado más al Señor. Existe un peligro cuando uno se aparta del Señor. Y eso es lo que le pasó a Ezequías. ¿Fue correcto de su parte el pedirle a Dios que extendiera su vida? ¿No tendría que haber muerto cuando le llegó la hora? Y luego, tenemos otra razón para esto: Manasés, su hijo, ascendió al trono cuando tenía solamente doce años de edad; y ya que se le había agregado 15 años a la vida de Ezequías, decimos que Manasés nació después de la enfermedad de Ezequías. ¿Qué podemos decir acerca de Manasés? Bueno, él llegó a ser el peor rey que tuvo cualquiera de los dos reinos. Consideramos a Manasés peor que Acab y Jezabel juntos. Y creemos que durante su reino fue cuando se apartó la gloria Shekinah, porque no se había apartado durante el reino de su padre. Y no podemos pensar de ninguna otra razón por la cual se hubiera apartado después de eso.

Manasés es alguien muy parecido al anticristo, el hombre de pecado, que vendrá. Él fue el hijo de Ezequías, quien nació después de la enfermedad de su padre, y en el próximo capítulo veremos otra razón por la cual este hombre, Ezequías, después de haber sido restablecido, obró insensatamente. Ya veremos eso dentro de algunos instantes.

Ahora, ¿cómo sanó Dios a Ezequías? ¿Hizo algo milagroso; dijo algunas palabras que no se entendían? ¿Le dijo a Isaías que orara sobre él? ¿Ezequías cayó de espaldas? ¿O le puso la mano encima de una manera dura? No , Isaías no hizo nada de eso. Notemos lo que Isaías dice que se debería hacer. Leamos el versículo 21:

Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará.

Hay otras cosas que Santiago dijo que se podían hacer. El Apóstol Santiago, dijo que los ancianos podían ir y ungir a la persona con aceite, y ese ungimiento no es religioso ni ceremonial. Ese aceite es para sanidad. Eso es medicinal, y luego él dijo: Oremos. Así es que, lo que el Señor dijo por medio de Isaías, y lo que Él dijo por medio de Santiago es lo mismo. Él dice, lo que uno tiene que hacer cuando se enferma es orar y llamar al médico. Eso es lo que se debe hacer. Así es como se nos dice aquí.

En aquel tiempo Merodac-baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías; porque supo que había estado enfermo, y que había convalecido .

Lo que tenemos aquí es interesante. Merodac-baladán, significa: “El rebelde, no del Señor”, porque Merodac significa el rebelde y baladán, significa: No del Señor. Así es que, tenemos como antepasado de este rey, a Nimrod, el fundador de Babilonia y a Satanás que es el verdadero rebelde contra Dios. Él es el dios de este mundo; y ese hombre, se acerca ahora alabando, halagando al rey. Estos embajadores fueron enviados por su rey y llevaron una carta y en ella se alababa mucho a Ezequías. Ellos decían: “Bueno el rey de Babilonia está muy preocupado acerca de su salud. Así es que, él envió estos regalos para que se regocije”. Y en el versículo 2, del capítulo 39, leemos:

 Y se regocijó con ellos Ezequías, y les mostró la casa de su tesoro, plata y oro, especias, ungüentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequías no les mostrase.

Ezequías poseía muchas de las riquezas que el rey Salomón y David habían juntado, y se nos dice allá en el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 32, versículo 27 y 28, lo siguiente: Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables. Asimismo hizo depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda clase de bestias, y apriscos para los ganados.

Lo que tenemos aquí es algo muy interesante. Este rey Ezequías recibe a los embajadores que han llegado de Babilonia. Ellos lo halagaban mucho. Le dicen: “Nuestro rey está muy contento que te hayas recuperado de tu enfermedad. Aquí tienes un regalo de su parte. Aquí tenemos una carta para ti, una tarjeta de buenos deseos”. Y en lugar de Ezequías tomar esa carta y abrirla delante del Señor, como hizo con la otra carta que había llegado de Asiria, él simplemente la pone a un lado, y recibe a éstos que lo están halagando en gran manera. Y entonces él piensa: “Bueno, les voy a mostrar lo que tengo”. Así es que, los lleva por todas partes y les muestra todas las riquezas que tenía en Jerusalén.

 En realidad, Salomón había logrado tener mucho del oro que existía en el mundo, así como de muchas otras cosas. Allí estaba, guardado en Jerusalén, y Ezequías muestra su insensatez antes estos embajadores. Ellos por supuesto, tomaron nota de todo lo que vieron y fueron de regreso a su rey Merodac y le dijeron: “Rey, cuando tú te hagas fuerte, ya sabemos dónde puedes obtener todo el dinero, todo el oro y la plata, y demás joyas que necesitas para llevar a cabo una guerra. Se encuentra allí en Jerusalén”. Así es que Ezequías cometió una gran equivocación, porque Isaías oyó lo que había sucedido; y en el versículo 3, de este capítulo 39, que estamos estudiando, encontramos lo siguiente:

Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dicen estos hombres, y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia.
 Y Ezequías dice: “¿No es eso maravilloso?” Pero eso no fue lo que dijo Isaías. Los versículos 5 y 6, nos revelan la actitud de Isaías:

Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los ejércitos: 6 He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová.

 Vemos, pues, que este hombre Ezequías obró insensatamente. Él nunca debió haber hecho eso. Y entonces él pregunta: ¿Cuándo ocurrirá eso? Isaías le contesta: “No tendrá lugar mientras tú estés con vida”. Y luego ese hombre Ezequías dice una cosa muy extraña: “Bueno, me alegro que no va a tener lugar mientras yo esté vivo”. Pero, ¿qué acerca de sus hijos y de sus nietos? Porque esto tuvo lugar en sus días, digamos de paso y se cumplió literalmente. Ahora, ¿fue bueno para Ezequías el que se añadiera 15 años a su vida? Creemos , que no lo fue. Él obró insensatamente. Durante esos 15 años ocurrieron tres cosas terribles.

Pero, vamos a dejar aquí por hoy, y vamos a comenzar una nueva sección, Dios mediante, en nuestro próximo estudio , la sección que trata de la salvación. Pasamos del juicio, a la salvación. Le invitamos pues, a que nos acompañe. Hasta entonces , es nuestra ferviente oración, ¡que Dios le bendiga abundantemente!











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