En esta sección que nos toca estudiar , en este libro de Isaías, encontramos
un cambio muy notable en su mensaje. Esta es la segunda gran división de Isaías, y esta
sección es muy diferente a la anterior, y también se diferencia mucho de la siguiente. Esta
sección nos llevará a un alto nivel en cuanto a la profecía y luego baja hacia el informe de la
historia; aun el tipo de lenguaje que se usa es diferente. Hasta el capítulo 35, nos
encontrábamos con un lenguaje poético. En los capítulos 36 al 39, tenemos un lenguaje de
prosa; y, luego, comenzando otra vez con el capítulo 40, una vez más tendremos una
sección poética. Este interludio histórico nos muestra una bifurcación exacta del libro de
Isaías.
En la primera sección, como ya hemos visto, teníamos el juicio. Eso era algo muy importante – el gobierno de Dios, y el método por el cual Dios juzga. Ahora, cuando entramos a la última sección, veremos la gracia de Dios, y ya no será el juicio. Ahora es salvación, y vamos a ver eso cuando lleguemos a esos capítulos. Pero aquí tenemos cuatro capítulos que están incrustados, por así decirlo, entre estas dos divisiones principales, y hay veces en que nos preguntamos por qué ha sido colocado aquí. Lo interesante es que esto también ocurre en otros lugares. Y el profeta Isaías lo repite aquí. ¿Por qué?
Bueno, hay varios hechos importantes que debemos mencionar al considerar esta porción histórica. Por ejemplo, lo primero que queremos decir es que la historia sagrada, y la historia secular no son lo mismo. Se ha dicho que: “La historia divina no es simplemente historia, nunca es sencillamente un relato de hechos pasados”. Esto quiere decir que hay grandes verdades espirituales cobijadas aquí en la historia sagrada que sólo pueden ser vistas con los ojos de la fe. El Espíritu Santo debe enseñarnos aquí el propósito divino al registrar la historia Bíblica. Quisiéramos sugerir que hay varias razones para esto.
Estos incidentes pueden parecer demasiado insignificantes para el historiador, y quizá demasiado nacionalistas, porque esto sólo pertenece a la nación de Israel, y, sin embargo, esto tiene relación con los grandes sucesos mundiales, porque lo que se ha registrado aquí, demuestra un cambio tremendo en realidad en la historia del mundo. Ahora, la segunda cosa que sugerimos, y que notamos aquí, es la siguiente. Vemos en esta sección la transferencia de poder mundial, de la nación de Asiria a Babilonia, y Babilonia fue el primer gran imperio mundial, y señala el comienzo de los tiempos de los gentiles. Fue, en realidad, una verdadera amenaza para el pueblo de Dios.
Y aún tenemos otra cosa que decir. Esta sección es un registro de un hijo de David que fue acosado por los enemigos, y quien estuvo al mismo borde de la muerte, pero fue librado de eso y continuó reinando. Creemos que esto señala a otro gran hijo de David, quien fue acosado por los enemigos cuando vino a este mundo; fue entregado a la muerte; resucitado de entre los muertos, y que vendrá otra vez a reinar. Esto hace de esta porción una sección muy interesante en las Escrituras.
Regresamos otra vez a estos grandes eventos que se mencionan en esta sección. El segundo que queremos mencionar es que esto ha sido registrado tres veces en las Escrituras, usted lo puede encontrar allá en el Segundo Libro de Reyes, capítulos 18 y 19. También, en el Segundo Libro de Crónicas, capítulos 29 y 30. Ya hemos tenido esto ante nosotros en otra oportunidad, en realidad dos veces, y creemos que vamos a pasar sobre esto aquí quizá un poco rápido.
El tercer hecho significativo que tenemos aquí, es que se mencionan grandes milagros que ocurrieron en esta breve sección. El primero de ellos es que el ángel de Jehová da muerte a 185.000 asirios. También vemos que el sol retrocede 10 grados en el reloj de Acaz. Y el tercero, Dios sana a Ezequías y extiende su vida por 15 años. Esta sección comienza con Asiria, y cierra con Babilonia, y en esta sección también tenemos dos cartas muy importantes. La primera de ellas provenía del rey de Asiria, lo que provocó que Ezequías se dirigiera directamente a Dios en oración, y Dios libró a Su pueblo. La segunda carta fue enviada por el rey de Babilonia, lo que halagó mucho a Ezequías.
Él no llevó eso ante Dios en oración, y como resultado de esto, provocó la caída del reino del sur. Y, eventualmente, los llevó a la cautividad. Pero aquí estamos tratando ahora con el gran rey Ezequías. Y, en esta sección, en el capítulo 36, vemos al rey Ezequías y la invasión de Senaquerib, el rey de Asiria. Luego, en el capítulo 37, tenemos la oración de Ezequías, y la destrucción del ejército Asirio. El capítulo 38 nos habla del rey Ezequías enfermo, y su oración a Dios y su curación. En el capítulo 39 tenemos la insensatez del rey Ezequías.
Volvamos ahora al capítulo 36 de Isaías, donde vemos al rey Ezequías, y la invasión de Senaquerib rey de Asiria. En esta segunda división encontramos 3 grandes secciones: tenemos a Ezequías y Asiria en los capítulos 36 y 37. Luego, tenemos a Ezequías y su enfermedad en el capítulo 38; y en el capítulo 39, tenemos a Ezequías y Babilonia. En el primer versículo del capítulo 36, leemos:
Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
Ya hemos pasado en otra oportunidad por esta misma sección o época del reino de este hombre, comenzando con Jotán, y luego tuvimos a Acaz, y ahora Ezequías, y todo comenzó con la muerte de Uzías. Así es que ahora hemos llegado al rey Ezequías, quien probablemente fue uno de los grandes 5 reyes de Judá. Durante su reino tuvo lugar un avivamiento. Acaz, Josafat, Joaz, Ezequías y Josías. Ya hemos visto esto allá en el libro de Crónicas en especial, y allí vimos que Ezequías fue, en realidad, un gran rey. Comenzó a reinar Ezequías siendo de 25 años, – leemos allá en el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 29, los primeros dos versículos; y dice: comenzó a reinar Ezequías siendo de 25 años y reinó 29 años en Jerusalén, el nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre.
Aquí tenemos un cuadro también del rey de Asiria, Senaquerib, quien cayó como una inundación del norte. Él se había apoderado de cada nación que encontraba en el camino, y ensoberbecido por las victorias llega a Jerusalén, y por supuesto que él esperaba que ésta cayera como habían caído las otras naciones. Naturalmente, el rey Ezequías estaba atemorizado, y aun cuando un avivamiento tuvo lugar durante su reino, él era, según opinamos nosotros, un rey débil, porque él intentó evitar la invasión de Jerusalén sobornando al rey Senaquerib. Eso se nos dice allá en el capítulo 18 del Segundo Libro de Reyes , en el versículo 16, donde leemos: Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. Con eso, él pagaba lo que el rey Senaquerib estaba demandando. Eso no servía de nada porque el ejército de Asiria estaba a las puertas de Jerusalén ahora, y ese pago no ayudaba para nada.
Y eso no es algo nuevo, ¿verdad, amigo ? Hay otras naciones que han seguido una política débil de la misma manera. Han utilizado el dinero para comprar amigos a través del mundo. Y, sin embargo, después de un lapso de tiempo, ya no tienen amigos. Uno no los puede comprar de esa manera . El problema es que el verdadero amigo a quien Ezequías finalmente tuvo que acudir, tuvo que volverse, nosotros no hemos aprendido a confiar todavía, y por supuesto, nos referimos al Señor. Ahora, en el versículo 2, de este capítulo 36 de Isaías, leemos:
Y el rey de Asiria envió al Rabsaces con un gran ejército desde Laquis a Jerusalén contra el rey Ezequías; y acampó junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.
El gran general Rabsaces se acerca a la ciudad y acampa fuera de la puerta de Jerusalén. Él está tratando de atemorizar al rey Ezequías y al pueblo de Jerusalén, para que éstos se rindieran. Ezequías, entonces, envía una delegación para que converse con el general. Y dice en los versículos 3 y 4:
Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna, escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, 4 a los cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?
Este hombre Rabsaces, en una forma muy arrogante, expresa su sorpresa de que el rey Ezequías tenga la intención o la osadía de resistirse, y quiere conocer el arma secreta que posee y sugiere, en primer lugar, que puede ser Egipto, y él trata con todas estas posibilidades. Y, luego, las deja de lado como inservibles.
En primer lugar, él pregunta: “¿Están confiando en Egipto?” Él dice: “He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el cual si alguien se apoya, se le entrará por la mano, y la atravesará”. Y, en realidad, Ezequías estaba confiando en Egipto, pero él no iba a recibir ninguna ayuda de esa parte. En ese sentido este hombre Rabsaces tenía razón. Y, luego, él sugiere otra cosa. “¿Es cierto que estás confiando en tu Dios?” Y él dice: “¿No sabías Ezequías que todos los lugares altos han sido destruidos ya?” Usted se da cuenta que Rabsaces no tenía un discernimiento espiritual, él no sabía distinguir las cosas. Él pensaba que era lo mismo adorar allá en esos lugares en las colinas donde los paganos habían levantado altares, y él opinaba que eso era lo mismo que adorar al Dios viviente en Jerusalén.
Él pensaba que este hombre estaba destruyendo la adoración de la gente, y por tanto ellos ya no tenían ningún Dios en quien confiar. Amigo , hoy hay muchas personas que no tienen discernimiento. De vez en cuando, alguna persona dice o recibimos un mensaje en el cual nos dice: “Bueno, después de todo, todas las Iglesias son lo mismo, todas están dirigiéndose en la misma dirección”. Esta gente es igual que ese hombre Rabsaces, de quien estamos hablando aquí.
No parece saber que existe alguna diferencia. Pues, bien, él cometió una equivocación aquí. Y la tercera posibilidad sugerida por Rabsaces nos revela la actitud arrogante de los asirios. Podría existir la débil posibilidad de que Ezequías estaba confiando en sus propias fuerzas e imperio para defender a la ciudad, y esto es lo que dice aquí en el versículo 8, de este capítulo 36 de Isaías:
Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre ellos.
Él está diciendo: “Bien, para hacer las cosas más fáaciles, nosotros les vamos a dar a ustedes 2.000 caballos y esto nivelará un poco las cosas. Pero aún así, ustedes no van a poder ganar”. Y, luego, sugiere una cuarta posibilidad. Él sugiere que Jehová Dios de Israel, ha enviado a los asirios contra Jerusalén, y por tanto Jehová está del lado de los asirios. Y, de vez en cuando, ocurre lo mismo en nuestra era. En la primera guerra mundial los alemanes pensaban que Dios estaba con ellos, de su lado, mientras que sus enemigos pensaban que estaba del lado de ellos.
Y lo interesante de todo esto es que dudamos seriamente de que Él estuviera del lado de cualquiera de estas partes. En este caso en particular, el Dios verdadero estaba usando a Asiria para destruir a su pueblo, pero Él no va a permitir que ellos se apoderen de Jerusalén. Y leemos aquí en el versículo 11, de este capítulo 36 de Isaías:
Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y Joa al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Judá, porque lo oye el pueblo que está sobre el muro.
Rabsaces, en su disertación, estaba utilizando mucha propaganda. Los enemigos siempre hacen eso. Y, él está gritando a más no poder para que todos le puedan escuchar cuando él está dando estas diferentes razones. ¿Por qué? Porque los muros estaban llenos de soldados, y él quiere que todo esto llegue a Jerusalén y que pase de estos emisarios que le habían salido al encuentro. Esto es lo que provoca que este hombre Rabsaces hable un poco más fuerte. Y, luego, estos emisarios regresan y hablan con el rey Ezequías y le cuentan lo que estaba ocurriendo. Era una situación bastante triste, en realidad. ¿Qué va a ocurrir ahora? Rabsaces gritando a gran voz dice aquí en los versículos 14 y 15:
El rey dice así: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar. 15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
Bien, ¿qué fue lo que sucedió entonces? Pasemos al versículo 22:
Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.
Los vestidos rasgados nos hablan de humillación y vergüenza. Después de todo, el Señor Jesús dijo que Salomón con toda su gloria, no había sido vestido como las flores; pero las ropas, usted sabe, como dicen hoy, hacen al hombre. Pues, bien, cuando las ropas o vestidos son rasgados, nos hablan de humillación y vergüenza. Y con esto entramos ahora al capítulo 37. ¿Qué es lo que hace Ezequías con ese mensaje que se le ha traído ahora? Bueno, el primer versículo del capítulo 37, dice:
Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová.
Tenemos que decir que esto demuestra que él es un hombre de fe. Y continuamos en el versículo 2:
Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz.
Este es otro hecho o acto de fe, y aquí tenemos ahora la Palabra de Dios. Leamos el versículo 3:
Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.
El mensaje que estos hombres traen a Isaías presenta un cuadro muy tenebroso. Muy pesimista. Habla de un día de reprensión y de blasfemia. Luego continúa en el versículo 4, diciendo:
Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces,
Y este hombre Ezequías quizá tiene una aberración o un período donde le falta la fe, porque él habla de Jehová como Tu Dios. ¿Por qué no dijo él nuestro Dios? Pero él corrigió eso cuando oró más tarde, y vamos a ver eso en un instante. Así es que los siervos del rey Ezequías van al profeta Isaías y lo que obtenemos como respuesta es lo siguiente. Leamos los versículos 6 y 7:
Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7 He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada.
Ese hombre ni siquiera iba a perecer donde estaba ahora, él iba a caer en su propia tierra. Dios declara ahora la destrucción de Asiria. Cuando Rabsaces regresó a su ejército, descubrió que el rey de Asiria se había apartado de Laquis y se dirigía hacia el Líbano para hacer guerra contra Libna. En ese entonces, el rey de Etiopía había salido para hacer la guerra, y, entonces, vemos que el ejército asirio se retira, y corre el rumor que la fuerza principal del ejército asirio estaba siendo atacada por el ejército de los egipcios, y Rabsaces también se retira. Pero aun así, él envía un mensaje a Ezequías diciéndole que podría regresar. Y ahora Ezequías, atemorizado, se presenta ante Dios. Y en el versículo 14, del capítulo 37 de Isaías, leemos:
Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová.
Luego, Ezequías se pone en oración ante Jehová. Y, en el versículo 16, leemos:
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.
Amigo , el israelita instruido no pensaba que Dios, su Dios, era un Dios local, nada más; que Dios moraba en una pequeña casa en Jerusalén. Él es el Dios de los cielos; el Dios de la tierra; el Creador.
Ezequías, entonces clama ante Dios y le pide que los libre de la situación en que se encuentran. Y, luego Dios envía a través de Isaías un mensaje, y vamos a ver lo que nos dice el versículo 35, de este capítulo 37 de Isaías, en cuanto a esto:
Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo.
¿Y qué fue lo que sucedió? Bueno, el versículo 36, nos dice:
Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
Ahora, tenemos que entender bien que estos cuerpos de muertos no fueron los que se levantaron para mirar. Comprendamos bien eso. Luego, en el versículo 37, dice:
Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su morada en Nínive.
Y, ¿qué fue lo que le ocurrió a él? Tenemos que encontrar la respuesta a esto en la historia secular para obtener todos los detalles, pero aquí tenemos lo que Dios dice en el versículo 38:
8 Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer le mataron a espada, y huyeron a la tierra de Ararat; y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.
Esta es la misma historia que usted puede leer en la historia secular en estos días. Esto es lo que ocurrió y, en ese momento, empezó la desintegración del reino de Asiria y, luego, fue conquistado por Babilonia, porque Dios ya le había dado a conocer a Isaías que Él estaba preparando un reino y sería el que llevaría en cautividad al reino del sur. Asiria no lo iba a hacer, y no lo hizo. Hemos hablado de esta historia muy brevemente, porque, en realidad, ya la habíamos mencionado dos veces con anterioridad, pero pensamos que cuando Dios dice una cosa, es algo importante. Y, cuando lo dice 2 veces, tiene importancia doble. Y, cuando lo dice 3 veces, entonces, es que Él quiere que nosotros recibamos bien el mensaje.
Y llegamos ahora al capítulo 38, y aquí tenemos la enfermedad del rey Ezequías y su oración y restablecimiento. Es interesante notar cómo comienza este capítulo 38. En la primera parte, dice:
En aquellos días Ezequías enfermó de muerte.
No dice en “aquel día”. Ya hemos visto que “en aquel día”, esa expresión es una expresión técnica, que comienza con el período de la gran tribulación, continuando a través del reino milenario. Aquí se nos dice entonces, en aquellos días. ¿Cuáles días? Aquellos días de los cuales nos está escribiendo aquí Isaías. Y Ezequías estaba enfermo de muerte. Y creemos que era la misma época en la cual Senaquerib había descendido a atacarlo.
Ezequías tenía problemas en la parte de afuera de los muros con los asirios, y en la parte de adentro, tenía problemas con una enfermedad incurable. Hay personas que creen que quizá era un cáncer, o una lepra, o algo parecido. Aparentemente, era una enfermedad incurable, la que tenía, y ya había llegado su hora de partir. Y vamos a ver, Dios mediante, en nuestro próximo estudio, cómo Dios intervino a favor suyo, y por qué la extensión de la vida de Ezequías fue en realidad una equivocaión trágica para él, y eso es algo bastante fuera de lo común. Veremos pues, esto, en nuestro próximo estudio . Le recordamos leer este capítulo 38 para estar así mejor preparado Gracias por su atención de hoy ¡y que el Señor le bendiga en gran manera!
En la primera sección, como ya hemos visto, teníamos el juicio. Eso era algo muy importante – el gobierno de Dios, y el método por el cual Dios juzga. Ahora, cuando entramos a la última sección, veremos la gracia de Dios, y ya no será el juicio. Ahora es salvación, y vamos a ver eso cuando lleguemos a esos capítulos. Pero aquí tenemos cuatro capítulos que están incrustados, por así decirlo, entre estas dos divisiones principales, y hay veces en que nos preguntamos por qué ha sido colocado aquí. Lo interesante es que esto también ocurre en otros lugares. Y el profeta Isaías lo repite aquí. ¿Por qué?
Bueno, hay varios hechos importantes que debemos mencionar al considerar esta porción histórica. Por ejemplo, lo primero que queremos decir es que la historia sagrada, y la historia secular no son lo mismo. Se ha dicho que: “La historia divina no es simplemente historia, nunca es sencillamente un relato de hechos pasados”. Esto quiere decir que hay grandes verdades espirituales cobijadas aquí en la historia sagrada que sólo pueden ser vistas con los ojos de la fe. El Espíritu Santo debe enseñarnos aquí el propósito divino al registrar la historia Bíblica. Quisiéramos sugerir que hay varias razones para esto.
Estos incidentes pueden parecer demasiado insignificantes para el historiador, y quizá demasiado nacionalistas, porque esto sólo pertenece a la nación de Israel, y, sin embargo, esto tiene relación con los grandes sucesos mundiales, porque lo que se ha registrado aquí, demuestra un cambio tremendo en realidad en la historia del mundo. Ahora, la segunda cosa que sugerimos, y que notamos aquí, es la siguiente. Vemos en esta sección la transferencia de poder mundial, de la nación de Asiria a Babilonia, y Babilonia fue el primer gran imperio mundial, y señala el comienzo de los tiempos de los gentiles. Fue, en realidad, una verdadera amenaza para el pueblo de Dios.
Y aún tenemos otra cosa que decir. Esta sección es un registro de un hijo de David que fue acosado por los enemigos, y quien estuvo al mismo borde de la muerte, pero fue librado de eso y continuó reinando. Creemos que esto señala a otro gran hijo de David, quien fue acosado por los enemigos cuando vino a este mundo; fue entregado a la muerte; resucitado de entre los muertos, y que vendrá otra vez a reinar. Esto hace de esta porción una sección muy interesante en las Escrituras.
Regresamos otra vez a estos grandes eventos que se mencionan en esta sección. El segundo que queremos mencionar es que esto ha sido registrado tres veces en las Escrituras, usted lo puede encontrar allá en el Segundo Libro de Reyes, capítulos 18 y 19. También, en el Segundo Libro de Crónicas, capítulos 29 y 30. Ya hemos tenido esto ante nosotros en otra oportunidad, en realidad dos veces, y creemos que vamos a pasar sobre esto aquí quizá un poco rápido.
El tercer hecho significativo que tenemos aquí, es que se mencionan grandes milagros que ocurrieron en esta breve sección. El primero de ellos es que el ángel de Jehová da muerte a 185.000 asirios. También vemos que el sol retrocede 10 grados en el reloj de Acaz. Y el tercero, Dios sana a Ezequías y extiende su vida por 15 años. Esta sección comienza con Asiria, y cierra con Babilonia, y en esta sección también tenemos dos cartas muy importantes. La primera de ellas provenía del rey de Asiria, lo que provocó que Ezequías se dirigiera directamente a Dios en oración, y Dios libró a Su pueblo. La segunda carta fue enviada por el rey de Babilonia, lo que halagó mucho a Ezequías.
Él no llevó eso ante Dios en oración, y como resultado de esto, provocó la caída del reino del sur. Y, eventualmente, los llevó a la cautividad. Pero aquí estamos tratando ahora con el gran rey Ezequías. Y, en esta sección, en el capítulo 36, vemos al rey Ezequías y la invasión de Senaquerib, el rey de Asiria. Luego, en el capítulo 37, tenemos la oración de Ezequías, y la destrucción del ejército Asirio. El capítulo 38 nos habla del rey Ezequías enfermo, y su oración a Dios y su curación. En el capítulo 39 tenemos la insensatez del rey Ezequías.
Volvamos ahora al capítulo 36 de Isaías, donde vemos al rey Ezequías, y la invasión de Senaquerib rey de Asiria. En esta segunda división encontramos 3 grandes secciones: tenemos a Ezequías y Asiria en los capítulos 36 y 37. Luego, tenemos a Ezequías y su enfermedad en el capítulo 38; y en el capítulo 39, tenemos a Ezequías y Babilonia. En el primer versículo del capítulo 36, leemos:
Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
Ya hemos pasado en otra oportunidad por esta misma sección o época del reino de este hombre, comenzando con Jotán, y luego tuvimos a Acaz, y ahora Ezequías, y todo comenzó con la muerte de Uzías. Así es que ahora hemos llegado al rey Ezequías, quien probablemente fue uno de los grandes 5 reyes de Judá. Durante su reino tuvo lugar un avivamiento. Acaz, Josafat, Joaz, Ezequías y Josías. Ya hemos visto esto allá en el libro de Crónicas en especial, y allí vimos que Ezequías fue, en realidad, un gran rey. Comenzó a reinar Ezequías siendo de 25 años, – leemos allá en el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 29, los primeros dos versículos; y dice: comenzó a reinar Ezequías siendo de 25 años y reinó 29 años en Jerusalén, el nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre.
Aquí tenemos un cuadro también del rey de Asiria, Senaquerib, quien cayó como una inundación del norte. Él se había apoderado de cada nación que encontraba en el camino, y ensoberbecido por las victorias llega a Jerusalén, y por supuesto que él esperaba que ésta cayera como habían caído las otras naciones. Naturalmente, el rey Ezequías estaba atemorizado, y aun cuando un avivamiento tuvo lugar durante su reino, él era, según opinamos nosotros, un rey débil, porque él intentó evitar la invasión de Jerusalén sobornando al rey Senaquerib. Eso se nos dice allá en el capítulo 18 del Segundo Libro de Reyes , en el versículo 16, donde leemos: Entonces Ezequías quitó el oro de las puertas del templo de Jehová y de los quiciales que el mismo rey Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria. Con eso, él pagaba lo que el rey Senaquerib estaba demandando. Eso no servía de nada porque el ejército de Asiria estaba a las puertas de Jerusalén ahora, y ese pago no ayudaba para nada.
Y eso no es algo nuevo, ¿verdad, amigo ? Hay otras naciones que han seguido una política débil de la misma manera. Han utilizado el dinero para comprar amigos a través del mundo. Y, sin embargo, después de un lapso de tiempo, ya no tienen amigos. Uno no los puede comprar de esa manera . El problema es que el verdadero amigo a quien Ezequías finalmente tuvo que acudir, tuvo que volverse, nosotros no hemos aprendido a confiar todavía, y por supuesto, nos referimos al Señor. Ahora, en el versículo 2, de este capítulo 36 de Isaías, leemos:
Y el rey de Asiria envió al Rabsaces con un gran ejército desde Laquis a Jerusalén contra el rey Ezequías; y acampó junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador.
El gran general Rabsaces se acerca a la ciudad y acampa fuera de la puerta de Jerusalén. Él está tratando de atemorizar al rey Ezequías y al pueblo de Jerusalén, para que éstos se rindieran. Ezequías, entonces, envía una delegación para que converse con el general. Y dice en los versículos 3 y 4:
Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna, escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, 4 a los cuales dijo el Rabsaces: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es esta en que te apoyas?
Este hombre Rabsaces, en una forma muy arrogante, expresa su sorpresa de que el rey Ezequías tenga la intención o la osadía de resistirse, y quiere conocer el arma secreta que posee y sugiere, en primer lugar, que puede ser Egipto, y él trata con todas estas posibilidades. Y, luego, las deja de lado como inservibles.
En primer lugar, él pregunta: “¿Están confiando en Egipto?” Él dice: “He aquí que confías en este báculo de caña frágil, en Egipto, en el cual si alguien se apoya, se le entrará por la mano, y la atravesará”. Y, en realidad, Ezequías estaba confiando en Egipto, pero él no iba a recibir ninguna ayuda de esa parte. En ese sentido este hombre Rabsaces tenía razón. Y, luego, él sugiere otra cosa. “¿Es cierto que estás confiando en tu Dios?” Y él dice: “¿No sabías Ezequías que todos los lugares altos han sido destruidos ya?” Usted se da cuenta que Rabsaces no tenía un discernimiento espiritual, él no sabía distinguir las cosas. Él pensaba que era lo mismo adorar allá en esos lugares en las colinas donde los paganos habían levantado altares, y él opinaba que eso era lo mismo que adorar al Dios viviente en Jerusalén.
Él pensaba que este hombre estaba destruyendo la adoración de la gente, y por tanto ellos ya no tenían ningún Dios en quien confiar. Amigo , hoy hay muchas personas que no tienen discernimiento. De vez en cuando, alguna persona dice o recibimos un mensaje en el cual nos dice: “Bueno, después de todo, todas las Iglesias son lo mismo, todas están dirigiéndose en la misma dirección”. Esta gente es igual que ese hombre Rabsaces, de quien estamos hablando aquí.
No parece saber que existe alguna diferencia. Pues, bien, él cometió una equivocación aquí. Y la tercera posibilidad sugerida por Rabsaces nos revela la actitud arrogante de los asirios. Podría existir la débil posibilidad de que Ezequías estaba confiando en sus propias fuerzas e imperio para defender a la ciudad, y esto es lo que dice aquí en el versículo 8, de este capítulo 36 de Isaías:
Ahora, pues, yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi señor, y yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre ellos.
Él está diciendo: “Bien, para hacer las cosas más fáaciles, nosotros les vamos a dar a ustedes 2.000 caballos y esto nivelará un poco las cosas. Pero aún así, ustedes no van a poder ganar”. Y, luego, sugiere una cuarta posibilidad. Él sugiere que Jehová Dios de Israel, ha enviado a los asirios contra Jerusalén, y por tanto Jehová está del lado de los asirios. Y, de vez en cuando, ocurre lo mismo en nuestra era. En la primera guerra mundial los alemanes pensaban que Dios estaba con ellos, de su lado, mientras que sus enemigos pensaban que estaba del lado de ellos.
Y lo interesante de todo esto es que dudamos seriamente de que Él estuviera del lado de cualquiera de estas partes. En este caso en particular, el Dios verdadero estaba usando a Asiria para destruir a su pueblo, pero Él no va a permitir que ellos se apoderen de Jerusalén. Y leemos aquí en el versículo 11, de este capítulo 36 de Isaías:
Entonces dijeron Eliaquim, Sebna y Joa al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Judá, porque lo oye el pueblo que está sobre el muro.
Rabsaces, en su disertación, estaba utilizando mucha propaganda. Los enemigos siempre hacen eso. Y, él está gritando a más no poder para que todos le puedan escuchar cuando él está dando estas diferentes razones. ¿Por qué? Porque los muros estaban llenos de soldados, y él quiere que todo esto llegue a Jerusalén y que pase de estos emisarios que le habían salido al encuentro. Esto es lo que provoca que este hombre Rabsaces hable un poco más fuerte. Y, luego, estos emisarios regresan y hablan con el rey Ezequías y le cuentan lo que estaba ocurriendo. Era una situación bastante triste, en realidad. ¿Qué va a ocurrir ahora? Rabsaces gritando a gran voz dice aquí en los versículos 14 y 15:
El rey dice así: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar. 15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.
Bien, ¿qué fue lo que sucedió entonces? Pasemos al versículo 22:
Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.
Los vestidos rasgados nos hablan de humillación y vergüenza. Después de todo, el Señor Jesús dijo que Salomón con toda su gloria, no había sido vestido como las flores; pero las ropas, usted sabe, como dicen hoy, hacen al hombre. Pues, bien, cuando las ropas o vestidos son rasgados, nos hablan de humillación y vergüenza. Y con esto entramos ahora al capítulo 37. ¿Qué es lo que hace Ezequías con ese mensaje que se le ha traído ahora? Bueno, el primer versículo del capítulo 37, dice:
Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová.
Tenemos que decir que esto demuestra que él es un hombre de fe. Y continuamos en el versículo 2:
Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías hijo de Amoz.
Este es otro hecho o acto de fe, y aquí tenemos ahora la Palabra de Dios. Leamos el versículo 3:
Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de reprensión y de blasfemia es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.
El mensaje que estos hombres traen a Isaías presenta un cuadro muy tenebroso. Muy pesimista. Habla de un día de reprensión y de blasfemia. Luego continúa en el versículo 4, diciendo:
Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces,
Y este hombre Ezequías quizá tiene una aberración o un período donde le falta la fe, porque él habla de Jehová como Tu Dios. ¿Por qué no dijo él nuestro Dios? Pero él corrigió eso cuando oró más tarde, y vamos a ver eso en un instante. Así es que los siervos del rey Ezequías van al profeta Isaías y lo que obtenemos como respuesta es lo siguiente. Leamos los versículos 6 y 7:
Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. 7 He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su tierra perezca a espada.
Ese hombre ni siquiera iba a perecer donde estaba ahora, él iba a caer en su propia tierra. Dios declara ahora la destrucción de Asiria. Cuando Rabsaces regresó a su ejército, descubrió que el rey de Asiria se había apartado de Laquis y se dirigía hacia el Líbano para hacer guerra contra Libna. En ese entonces, el rey de Etiopía había salido para hacer la guerra, y, entonces, vemos que el ejército asirio se retira, y corre el rumor que la fuerza principal del ejército asirio estaba siendo atacada por el ejército de los egipcios, y Rabsaces también se retira. Pero aun así, él envía un mensaje a Ezequías diciéndole que podría regresar. Y ahora Ezequías, atemorizado, se presenta ante Dios. Y en el versículo 14, del capítulo 37 de Isaías, leemos:
Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová.
Luego, Ezequías se pone en oración ante Jehová. Y, en el versículo 16, leemos:
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.
Amigo , el israelita instruido no pensaba que Dios, su Dios, era un Dios local, nada más; que Dios moraba en una pequeña casa en Jerusalén. Él es el Dios de los cielos; el Dios de la tierra; el Creador.
Ezequías, entonces clama ante Dios y le pide que los libre de la situación en que se encuentran. Y, luego Dios envía a través de Isaías un mensaje, y vamos a ver lo que nos dice el versículo 35, de este capítulo 37 de Isaías, en cuanto a esto:
Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo.
¿Y qué fue lo que sucedió? Bueno, el versículo 36, nos dice:
Y salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
Ahora, tenemos que entender bien que estos cuerpos de muertos no fueron los que se levantaron para mirar. Comprendamos bien eso. Luego, en el versículo 37, dice:
Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su morada en Nínive.
Y, ¿qué fue lo que le ocurrió a él? Tenemos que encontrar la respuesta a esto en la historia secular para obtener todos los detalles, pero aquí tenemos lo que Dios dice en el versículo 38:
8 Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc su dios, sus hijos Adramelec y Sarezer le mataron a espada, y huyeron a la tierra de Ararat; y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.
Esta es la misma historia que usted puede leer en la historia secular en estos días. Esto es lo que ocurrió y, en ese momento, empezó la desintegración del reino de Asiria y, luego, fue conquistado por Babilonia, porque Dios ya le había dado a conocer a Isaías que Él estaba preparando un reino y sería el que llevaría en cautividad al reino del sur. Asiria no lo iba a hacer, y no lo hizo. Hemos hablado de esta historia muy brevemente, porque, en realidad, ya la habíamos mencionado dos veces con anterioridad, pero pensamos que cuando Dios dice una cosa, es algo importante. Y, cuando lo dice 2 veces, tiene importancia doble. Y, cuando lo dice 3 veces, entonces, es que Él quiere que nosotros recibamos bien el mensaje.
Y llegamos ahora al capítulo 38, y aquí tenemos la enfermedad del rey Ezequías y su oración y restablecimiento. Es interesante notar cómo comienza este capítulo 38. En la primera parte, dice:
En aquellos días Ezequías enfermó de muerte.
No dice en “aquel día”. Ya hemos visto que “en aquel día”, esa expresión es una expresión técnica, que comienza con el período de la gran tribulación, continuando a través del reino milenario. Aquí se nos dice entonces, en aquellos días. ¿Cuáles días? Aquellos días de los cuales nos está escribiendo aquí Isaías. Y Ezequías estaba enfermo de muerte. Y creemos que era la misma época en la cual Senaquerib había descendido a atacarlo.
Ezequías tenía problemas en la parte de afuera de los muros con los asirios, y en la parte de adentro, tenía problemas con una enfermedad incurable. Hay personas que creen que quizá era un cáncer, o una lepra, o algo parecido. Aparentemente, era una enfermedad incurable, la que tenía, y ya había llegado su hora de partir. Y vamos a ver, Dios mediante, en nuestro próximo estudio, cómo Dios intervino a favor suyo, y por qué la extensión de la vida de Ezequías fue en realidad una equivocaión trágica para él, y eso es algo bastante fuera de lo común. Veremos pues, esto, en nuestro próximo estudio . Le recordamos leer este capítulo 38 para estar así mejor preparado Gracias por su atención de hoy ¡y que el Señor le bendiga en gran manera!
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