Llegamos hoy al capítulo 7 de este Libro de Eclesiastés y aquí encontramos el último experimento realizado por Salomón. Como dijimos antes, él hizo un experimento con su vida y probó todo lo que se podía hacer debajo del sol, buscando la posibilidad de obtener satisfacción y gozo para su vida, y él probó hacer de todo sin encontrar esa satisfacción. Él probó la ciencia, el estudió las leyes naturales del universo. Y uno pensaría que eso podría realizar alguna contribución. Lo hizo, pero no le satisfizo para nada. Luego él se dedicó al estudio de la filosofía y la psicología. Y tampoco le dejó satisfecho. Trató entonces de encontrar satisfacción en el placer, y tampoco la halló. Y el materialismo. También probó el fatalismo, una filosofía bastante popular de la vida en el día de hoy. Y el egoísmo – el vivir para uno mismo. Luego probó la religión; y la religión nunca satisfará . Sólo Cristo puede hacerlo. También las riquezas fue algo que este hombre Salomón probó. Él fue el hombre más rico del mundo. Sin embargo, descubrió que él no podía comer el oro. Él descubrió que el oro en sí mismo no le brindaba ninguna clase de satisfacción.



Ahora, la última prueba es lo que nosotros hemos llamado “su moralidad”. En realidad, lo que tenemos ante nosotros aquí es una persona que trata de hacer lo bueno por los demás. Y diríamos que hacia esa dirección es donde se está dirigiendo la mayoría de la gente. Están andando como personas que hacen el bien, y están tratando de guardar el punto medio del camino de la vida, en esta llamada carretera de la vida. Estas son las personas que hacen sus negocios en el centro de la ciudad. Viven en zonas apartadas, en un vecindario exclusivo, y por lo general toman todas las cosas con calma. Sus hijos pueden ir a las mejores escuelas, participan en los mejores grupos; y por supuesto, asisten también a la mejor Iglesia del vecindario – la que es la más rica de todas, la que tiene el campanario más alto de todas, con las campanas que se puedan escuchar a la distancia más grande posible, y que tiene un predicador muy bien educado, muy instruido, muy intelectual, y él conoce de todo lo que el hombre puede conocer, con excepción de la Biblia. Él no parece conocer nada de la Biblia; pero si así fuera, ello causaría que él perdiera su trabajo y descubre entonces lo que la Biblia tiene que decir. De esa clase de hombre están hablando aquí. Y el primer versículo de este capítulo 7 de Eclesiastés, dice:

 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.
Eso es interesante. Y es cierto, digamos de paso. No hay nada malo en cuanto a esta declaración. Mejor es la buena fama que el buen ungüento. Es muy bueno poder escuchar que la gente dice cosas lindas acerca de nosotros. La gente dice: ¡Ah, no! Fulano de Tal es una persona muy maravillosa. Es un vecino muy bueno. Nunca tuve ninguna clase de discusión con él. Él ni discute sobre religión, ni sobre política, ni nada de eso. Nunca lo encontramos metido en una situación mala. Pensamos que él nunca ha tomado una posición en ninguna de las cosas que hay que discutir. Este hombre simplemente sonríe y anda por medio del camino. Nunca se desvía para un lado o para el otro. Este hombre, no parece ser muy feliz o satisfecho, pero así es como está viviendo en el día de hoy. Es un hombre muy respetado. Todos pensamos mucho de él en la comunidad, y la gente reconoce que este hombre está tomando parte en las diferentes organizaciones de la ciudad y tiene negocios con toda clase de personas.

Bueno, ¿no es eso lo que hay que hacer? Cuando algún día muera, tendrá un gran funeral, y el predicador lo empujará hasta el cielo mismo. No hay duda en cuanto a esto. Y eso es lo que la vida es en realidad, según este hombre. Ahora, Salomón probó eso y decía que esto no es ninguna clase de vida. Notemos lo que dice aquí: que nosotros debemos buscar tener una buena fama y que hable bien en nuestro funeral. Eso es lo que hay que buscar aquí en esta tierra, pero eso no lo va a dejar satisfecho . El versículo 2, de este capítulo 7, dice:

Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.

Usted puede apreciar que este hombre va del club “El Cuchillo y el Tenedor” al servicio fúnebre, y todo se realiza de una forma muy digna. En realidad no sucede nada. Cuando él está presente en el club del “Cuchillo y el Tenedor”, escucha a algunos oradores hablar acerca de la contaminación ambiental. No es que ellos vayan a hacer algo en cuanto a eso, sino que simplemente van a hablar de eso, y la próxima semana tendrán a alguien que les hablará sobre algunos problemas cívicos, y nuevamente, ninguno hará nada. Luego, todos van al funeral de alguno de los miembros que muere, y escuchan decir algunas cosas buenas acerca del fallecido, pero nadie siente nada en particular. Nadie lo va a extrañar mucho a aquel que partió; así es la vida, así es como vivimos en nuestra propia ciudad.

Y hablando honradamente , no podemos criticar mucho a los jóvenes que se rebelan contra esto. En realidad, es una vida muy desabrida. Estoy muy contento de que no he vivido una vida así. No me gusta vivir de esa manera. Para mí, es una de las peores situaciones en la que uno se pueda encontrar. Y hablando honradamente , eso no es vida. Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 3, de este capítulo 7 de Eclesiastés:

Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.



Hay quienes quieren arreglar las cosas de tal manera que uno pueda ir hasta el cementerio, riendo. Si usted tapa todo con flores y tiene música suave, y el predicador dice cosas fáciles y lindas; todos al dirigirse de regreso a casa dirán: “Bueno, tuvimos un buen funeral” – sonriendo hasta el cementerio. Así es la vida para muchas personas . Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 4:

El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.

No se han apartado ni cincuenta metros del cementerio, y alguien dice por allí un chiste, y todos al unísono ríen. Ese es el vivir en la presencia de la muerte. ¿No se les ocurre a alguna de estas personas que al ver un amigo que parte de esta vida, que ellos se están dirigiendo hacia algún lugar? ¿Qué están de viaje? Sería bueno que tomaran nota, a dónde se están dirigiendo. ¿Son éstas personas salvas? ¿O están perdidas? ¿Cuál es su condición ante Dios? Ah, pero eso no es importante. “Fulano de Tal”, bueno, es una buena persona. Él siempre dio dinero para ayudar al vecindario, y su esposa toma parte en las actividades de la Cruz Roja. Fueron ciudadanos muy activos en su comunidad, lo que quiere decir que hacen prácticamente nada. Es decir, que ellos no toman ninguna posición en cuanto a los asuntos importantes de la vida. No se atreverían a realizar nada de eso.

Ahora, de aquí en adelante, partiendo del versículo 5 hasta el final de este capítulo 7, el punto principal es el siguiente. Veamos lo que nos dice este versículo 5, del capítulo 7 de Eclesiastés:

Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios.

Pero, ¿por qué no probar ambas cosas? Así es como se deben hacer las cosas. Algún hermano viene y le dice: “Bueno, yo creo que usted está equivocado en cuanto a eso”. Y usted está de acuerdo con él. Y luego, usted va a esa función de la orquesta moderna y disfruta de eso también. La idea es que uno puede ser mejor que el otro, pero es mucho mejor, andar con ambos grupos. Ese, pues, es el cuadro que tenemos aquí. Veamos ahora, lo que dice el versículo 6:

 Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y también esto es vanidad.

Todo esto es vacío. Uno puede andar con esta clase de gente, tener la hora del coctel – la Hora Feliz – uno puede hacer eso. Luego puede ir a la Iglesia el Domingo. Todo eso está bien. Así es como se hace en nuestra ciudad. Luego él dice aquí en el versículo 9:

No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.




No se enoje con nada. Siempre sea una persona buena. No tenga desavenencias con nadie. Eso siempre ayuda en los negocios y es una forma muy fácil de hacer las cosas. Y todo lo que uno tiene a través de esta sección es lo siguiente. Tome las cosas con calma. Camine suavemente, no sea un extremista, no se vuelva loco en cuanto a la religión. Evite la izquierda o la derecha. No sea derechista ni izquierdista, sea en la religión o en la política. Tome todo con calma. Recorra siempre el centro del camino. Siempre llegue a algún acuerdo. No pelee. Si usted está con esta clase de gente, bueno, vaya con ellos. Y si usted está con esta otra clase de gente, pues, también vaya con ellos. Vaya con cualquier clase de persona que se encuentre. Después de todo, usted puede parecer muy religioso los Domingos. Y , usted puede vivir infernalmente el Sábado por la noche, y luego al día siguiente aparentar ser un creyente.

Un hombre que se había emborrachado como una cuba el Sábado por la noche, dijo el Domingo por la mañana: “Quiero que usted sepa que yo soy creyente. ¿Qué cree que soy, un pagano?” Y amigo lector, eso era exactamente lo que era. Ese es el cuadro que tenemos aquí ante nosotros. Ahora, tenemos varias cosas en este capítulo que deseamos destacar. Leamos los versículos 10 y 11:



 
Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven el sol. 

Aquí tenemos sabiduría. Dijimos al comienzo de nuestro estudio del Libro de Proverbios, que la sabiduría es otro nombre para Cristo. Se nos dice que, Él ha sido hecho sabiduría para nosotros. Y en medio de todo aquí donde encontramos a este hombre tratando de andar con ambos grupos, y mantenerse en el centro del camino, nos dice que es bueno para uno el tener sabiduría. Y es bueno , tener hoy a Cristo. En la primera parte del versículo 12 dice:

Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; 


Este hombre quiere tener mucho dinero, pero no quiere tener a Cristo. Al final de este versículo 12 dice:

más la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.


Y usted , no puede comprar su vida con dinero. Usted puede ir a una de las mejores clínicas u hospitales en el mundo, y quizá agregar 3 ó 4 años a su vida; sin embargo, eso no le da una vida real. No le provee a usted vida eterna aquí, y más adelante en la eternidad. No lo puede obtener de esa manera. Sólo la sabiduría puede hacer eso. Y la sabiduría , es Cristo Jesús. Y ese es el problema con el hombre. Uno puede notar que eso se dice una y otra vez. Ahora, pasando al versículo 21, de este capítulo 7 de Eclesiastés, leemos:

Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;


No se perturbe cuando escucha que alguien que usted conoce muy bien, dice que usted es un ladrón. No permita que eso le moleste porque usted ha tomado el camino fácil en el centro del camino, y va a encontrar que a la larga, la comunidad le aplaudirá y quizá hasta le nombren a usted como el ciudadano más valioso que ellos tengan. Amigo , esto es algo putrefacto en realidad. Esto no es otra cosa sino vivir como un vegetal y no como un hombre. Ah , que tengamos hoy algo vital, algo que es real.

Y llegamos ahora al capítulo 8 de Eclesiastés, y encontramos aquí que ese hombre ni es caliente ni frío. Es tibio. El está viviendo por lo que llama “la regla de oro”, aun cuando no tiene una idea de lo que quiere decir, y lo que necesita. Él observa que parece no haber demasiada diferencia entre el malvado y el justo. Ambos son muy parecidos. Bien, observemos este capítulo y destaquemos los puntos más sobresalientes. El primer versículo del capítulo 8 de Eclesiastés dice:

 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.

Sólo Cristo tiene la verdadera sabiduría y puede cambiar la vida de un hombre. Él puede entrar en una vida y traer gozo y alegría; puede traer paz, puede traer las cosas que son necesarias en el día de hoy y librarnos de una vida mediocre en la actualidad. Luego dice en los 2 versículos siguientes, los versículos 2 y 3:

Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios. 3No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.

O sea, tenga cuidado con lo que hace, no se meta en problemas. Y el versículo 4, agrega:

 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?



Aquí tenemos a un rey, y él puede tomar una posición. ¿Por qué no vivir como un rey y tomar una posición? Esa es una posición que usted puede tomar, algo que usted puede hacer. En cierta ocasión se le preguntó a un joven rebelde: ¿Por qué has tomado un estilo de vida como este? ¿Por qué estás vestido de esa manera? Y él contestó: “Bueno, yo quiero libertad, quiero ser libre. Yo quiero vivir como me plazca”. Y luego, se le hizo otra pregunta: Si tú cambiaras de forma de vestir, y luego trataras de mezclarte con esta gente, ¿te aceptarían?” Él pensó por un momento y luego dijo: “Creo que no me aceptarían”. Entonces se le dijo: “Entonces, tu no tienes mucha libertad, ¿verdad? Tienes que hacer lo que hace esa gente”. Y aparentemente , así es. En el día de hoy, uno debe tener la aprobación de esa gente, si quiere pertenecer a ese grupo. Así es que, en realidad no tienen la libertad que están buscando.

Muchos de ellos toman drogas por la misma razón. Otro joven dijo en cierta ocasión: “Comencé a fumar mariguana simplemente porque me encontraba con un grupo de personas que lo estaban haciendo”. Es decir, que él no podía soportar el ser desaprobado por esa gente con la cual estaba. Ellos no saben lo que es la libertad. Y alguien le dijo a este joven: “Mira, ¿crees que yo no tengo libertad porque me visto en la forma en que lo hago?” “Bueno”, – dijo el joven – yo diría eso”. Entonces la otra persona le dijo: “Bueno, mira, tú sabes que yo tengo una libertad que tu no tienes en el presente. Yo no tengo por qué vestir de esta manera todo el tiempo. Puedo vestirme de la forma que me plazca a mi también”. Y así es en realidad, porque tenemos libertad.

Nosotros en el día de hoy tenemos una libertad que muchos otros no tienen. Hay muchos que están viviendo en un mundo donde existe una rebelión contra Dios. Sin embargo, nosotros podemos inclinarnos ante Jesucristo, podemos llamarle a Él Señor y Salvador. Esa es la verdadera libertad. La multitud se está dirigiendo en una dirección, y yo no estoy siguiendo en esa dirección. Yo ya he elegido lo que quiero.  Si usted quiere una verdadera libertad, tiene que acercarse a Cristo Jesús ya que Él dijo: si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (Juan 8:36) Y esa , es la libertad que usted puede tener.

Bien, volviendo a nuestro texto, tenemos que este hombre que quiere hacer el bien a los demás, es tan malo como la persona que se encuentra en la cárcel. Es dominado por la tradición. Tiene que obedecer las reglas de su pequeño grupo y tiene que seguir las normas de ellos. Tiene que andar por el centro del camino. Ese es su estilo de vida. Y veamos lo que dice aquí el versículo 8, de este capítulo 8 de Eclesiastés:

No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.

Llegará un día, si esta persona continúa bebiendo sus cocteles, cuando tendrá que ponerse en tratamiento por ser un borracho, un alcohólico; y hay muchos que terminan haciendo eso. Hay millones de personas así. Y luego, llegará el día cuando este hombre tendrá que morir; y no podrá ya más andar por el centro del camino en ese día porque la muerte le llegará a él y lo quitará de aquí. Y el versículo 11, de este capítulo 8, dice:

Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.



¡Qué cuadro es este de nuestra sociedad contemporánea! ¿No le parece? Porque el juicio no está siendo ejecutado, el hombre es malo porque así es su corazón. Y esa es la razón por la cual hay muchas personas que aún continúan en el pecado. Alguien dice: “Bueno, yo estoy pecando ya por cinco años, y Dios no ha hecho nada acerca de eso”.  Eso ya es un castigo para usted. Dios no ha hecho nada en cuanto a eso, porque Él está esperando al final del camino. En realidad , Él puede esperar hasta la eternidad. Usted no puede. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. (2 Cor. 6:2b) Y encontramos que los versículos 14 y 15 nos aclaran esto muy bien. El escritor observa que parece no haber mucha diferencia entre el malvado y el justo; y así es cuando uno observa nada más que la superficie. Leamos el versículo 14:

Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad.

Bueno, no hay ninguna diferencia. Ambos terminan de la misma manera. Y el versículo 15, dice:

Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo del sol.



Y este hombre finaliza viviendo de esta manera: comamos y bebamos, porque mañana moriremos. (1 Cor. 15:32) , esa es la filosofía de la vida más triste que cualquier persona pueda tener. Y aquí , vamos a detenernos por hoy. Dios mediante, continuaremos en nuestro próximo estudio.

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